Esos desajustes entre lo dicho y lo hecho
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Está por ver que la conjunción de fuerzas entre el Consell y la Junta de Andalucía sea bendecida por Pilar Lima, la mandamás de Podemos ... en la Comunitat. Habrá que estar atentos a cómo reacciona la coordinadora podemista, si es coherente con su discurso. A Lima le faltó tiempo para sumarse hace tres meses al boicot promovido por Pablo Iglesias cuando abandonó un debate con Rocío Monasterio, punta de lanza de Vox en Madrid. Lima instó al tripartito a no interlocutar con los voxistas. Sin éxito, pero Lima es constante, y si también es coherente le faltará tiempo para decirle al presidente Puig que no dé por hecho el apoyo de Podemos ante una alianza con el tripartito andaluz (PP, Cs y Vox) para reclamar al Gobierno central una solución contra la infrafinanciación. A Lima no le vale cualquier socio. Hizo todo lo que pudo para torpedear los pactos entre Ciudadanos (Toni Cantó) y el PSPV a cuenta de los presupuestos de la Generalitat para este año. A ver cómo sale al paso de esa conjunción de fuerzas que promueve Puig con, ojo, ni más ni menos que la Junta de Andalucía. Cuesta imaginar a Lima encajando que su partido vaya de la mano con un gobierno que transita el camino contrario al Botánico en políticas feministas (PP y Cs secundaron hace mes y medio en el parlamento andaluz una moción de Vox para eliminar el lenguaje inclusivo de los libros de texto), o respecto a la leyes vinculadas a la vivienda, o sobre el tamaño de la Administración y del sector público en general... lo contrario que aquí... pues con ellos suma fuerzas Puig, un anatema para los podemistas, en teoría. O no.
O no, porque la pasada semana se vivió una especie de 'remake' de las esencias del antiguo PP al ver el modo en que se manejó el vicepresidente segundo Rubén Martínez Dalmau ante una comisión de Les Corts que le preguntó por el modo en que alguien (no se sabe quién) liquidó (no se sabe por qué) una deuda que arrastraba la fundación que él presidió, CEPS, el germen de Podemos. Dalmau empleó una técnica retórica que disponía como nadie Francisco Camps. El vicepresidente segundo se manejó con un conjunto de recursos oratorios que no habían vuelto a verse en tal esplendor desde que el expresidente de la Generalitat del PP abandonase el cargo. Dalmau se negó rotundamente a dar explicaciones, respondió cómo y lo que le vino en gana mientras lucía la sonrisa de quien está encantado de la vida, habló (bien) de sí mismo en tercera persona, regaló libros para ilustrar a una oposición que tildó de tóxica, incompetente e ignorante de los temas importantes que él se apremió a desgranar. Se fue tan contento como llegó. El mayor trasunto de Camps que hay en el Botánico, y prestigioso jurista, como aquel.
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