Diana y Sandra

En la semana de Mónica Oltra -muy a su pesar- los nombres de otras dos dirigentes se han hecho un hueco en el debate político. Diana y Sandra son, respectivamente, la ministra de Ciencia, Diana Morant, y la vicealcaldesa de Valencia, Sandra Gómez. Mi amiga ... Marisol Hernández apuntaba estos días la posibilidad de un relevo de la segunda como cartel electoral de su partido a la alcaldía en las elecciones de 2023, y la posibilidad de que la primera, exalcaldesa de Gandia, la sustituyera en esa responsabilidad. Gómez se ha apresurado a restar credibilidad a ese escenario, dejando no obstante la puerta abierta a que, quien lo considere, se presente al proceso de primarias en el que se elegirá el aspirante socialista a la alcaldía de Valencia. Efectivamente, el movimiento que parece plantearse en el PSOE choca con la coherencia mínima que requeriría que el candidato a la ciudad guarde al menos una cierta vinculación con ella. Joan Ribó, el alcalde de Valencia, es natural de Manresa, pero ha desarrollado en Valencia la mayor parte de su labor política. María José Catalá, la líder del partido en la capital, nació y fue alcaldesa de Torrent, pero hace años que sus responsabilidades públicas la han situado en el cap i casal. Morant fue hasta hace cuatro días alcaldesa de Gandia. La capital de la Safor no es una ciudad menor -74.000 habitantes-. Y a Morant no se le conoce presencia alguna por Valencia más allá de alguna reunión con Ximo Puig en el Palau de la Generalitat. Intentar pronosticar a Pedro Sánchez resulta un reto, de manera que mejor no dar nada por seguro. En todo caso, la aparición de los dos nombres en una información proveniente de Madrid ha disparado los análisis respecto a la intencionalidad. Lo cierto es que ni Morant ni Gómez disfrutan de una situación de estabilidad política como para no pensar en que una u otra puedan cambiar de destino. La ministra no ha dejado excesiva huella en su departamento, más allá de una sonrisa que exhibe a todas horas como si el mero hecho de haber llegado al Gobierno la colmara de felicidad todos los minutos del día. A Gómez se le lleva poniendo el cartel de 'se busca sustituto' desde el día después de las elecciones de 2019. Y con mayor insistencia cada vez que deja caer alguno de esos comentarios que sugieren radicalidad y que encajan tan mal con la moderación que exhibe Puig. De manera que los dos nombres, Sandra y Diana, Diana y Sandra, suenan más a rumor de cambio que a posibilidad de intercambio. Si las elecciones andaluzas de hoy se le dan tan mal al PSOE como dicen las encuestas, es muy probable que Sánchez se vea obligado a mover ficha -se ha hablado incluso de otra remodelación del Gobierno- para tratar de recuperar cierta iniciativa política frente al PP de Feijóo. Si el PSOE de Juan Espadas Cejas se queda en los 33 escaños de Susana Díaz, o ni tan siquiera llega, los tambores de crisis se escucharán en la calle Ferraz. Y sus ecos llegarán a todos aquellos ámbitos que señale el horizonte electoral, con las municipales y autonómicas de mayo de 2023 como primera parada. El bocado electoral que supone la Comunitat Valenciana le convierte en espacio de referencia, porque en esta región se juegan muchos votos. La candidatura a la reelección del presidente de la Generalitat no admite, obviamente, ninguna discusión. Pero más allá de esa seguridad, da la impresión de que el socialismo valenciano es consciente de que el escenario electoral se ha complicado -muy a pesar de Puig- y de que la posibilidad de buscar relevos y caras nuevas está sobre la mesa. Permanezcan atentos a sus pantallas a partir de mañana mismo.