A la recurrente pregunta de «¿cómo estás?», cuando te cruzas por la calle o hablas con alguien por teléfono, he sistematizado de forma casi automática la respuesta «dpm», es decir de p... madre. No es que sea mentira, aunque unos días uno lo lleva mejor ... que otros, sin embargo, la actitud lo es todo. No hay estadísticas del asunto, pero ¿no creen que tenemos más probabilidades de irnos al hoyo por la locura propia que genera esta situación que por el bicho propiamente?
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Una de las lectoras de esta columna me transmitía vía whatsapp sus ganas de quedar a tomar un café simplemente porque se encuentra rodeada de gente nociva. Hartísima de aguantar tanta carga negativa y con ganas de charlar con alguien que por lo menos cuando le preguntas «¿cómo estás?» no empiece a llorar como María Magdalena a los pies de la cruz.
Los medios de comunicación seguimos sin hacernos el suficiente eco de las muertes por suicidio, ni la administración sin tomarse seriamente la gravedad que supone un mal estado de la salud mental. Habrán oído que el 80% de los sanitarios están agotados física y psíquicamente, no es para menos. Ciertamente es su profesión, pero todo tiene un límite y urge poner herramientas o soluciones para afrontar este exceso.
Llegados a este punto de saturación hay varias formas para resolver esta invasión de estados de desidia, desgana y depresión. 1) Está el método a la antigua usanza en el que tus padres te ponían firme y te quitaban la tontería con un zapatillazo; actualmente está comprobado que la efectividad es baja o nula y totalmente desaconsejado. 2) El más científico y profesional que es acudir a la consulta de un psicólogo, siempre y cuando encuentres uno que tenga hueco en la agenda y 3), el más práctico y eficaz desde mi punto de vista: tratamiento con actitud positiva. Te ahorras el zapatillazo de antaño y te evitas el sablazo de las consultas del psicólogo.
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¿Cómo aplicar «actitud positiva» en cápsulas? Levántese por la mañana, dé gracias y sonría. Escuche y lea prensa pero no decaiga ante las cansinas cifras de contagios. Al salir de casa ofrezca los buenos días con una sonrisa, aunque sea con mascarilla, los ojos lo dicen todo. Dígale a su compañera de trabajo qué guapa está o qué bien le queda el corte de pelo si ayer fue a la peluquería. Comparta un café con quien menos se imagine, porque seguro que es quien más lo necesita. Viva siempre con una sonrisa, con el convencimiento de que las cosas van a ir a mejor y con la certeza de saber que si te preguntan cómo estás, tu respuesta será «dpm».
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