La situación por la que atraviesa Pablo Casado llega a provocar un cierto punto de pena, vista la secuencia de los acontecimientos. De ser el líder absoluto al que todos rendían honores y pleitesía, se ha convertido en el apestado mayor del reino. En estos ... días ha salido a relucir el mismo escarnio que en tiempos del maestro Quevedo empleaba contra sus enemigos. No es casualidad que hasta sus más cercanos colaboradores hayan abandonado el barco de una manera atropellada, poco pudorosa en algunos casos.
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El perfil de quienes nadan en las aguas de la política exige ambición y ansia de poder, compatibles perfectamente con el manual de las buenas formas. Es comprensible la defensa a ultranza, incluso ciega, de los militantes hacia su líder, máxime si es éste quien decide en última instancia las listas de personas que optan a las elecciones y que, por ende, garantizan un sueldo a fin de mes. Si el líder dice que hay que bailar a ritmo de salsa, todos a una como en Fuenteovejuna aunque haya disonancias y nadie quiera o se atreva a denunciar. Que Egea era bastante impresentable y que Casado era flojo a la hora de comunicar era público y evidente. Que lo pensamos mucha gente y que con la irrupción de Ayuso se cronificó, también es cierto. Pero ha quedado bastante ridículo en muchos de los dirigentes populares la forma de dar la espalda al que ha sido su líder hasta ayer, tal vez por el oportunismo al ver que quien parece que se lleva el gato al agua es la señora Ayuso. Así es la condición humana.
Rescato lo que el pasado 11 de noviembre escribía en esta misma columna: «Veo difícil que (Ayuso) no llegue a dirigir lo que ambicione, aunque no se lo pongan fácil los de su propio partido y los de fuera. Ella, mientras tanto, recibe palos y con su sonrisa socarrona parece compartir lo que cantaba Fortu: 'No has escuchado aún lo que hacemos / y vas diciendo que no funciona / no será amigo que tienes miedo / y que te escondes para no verlo. / Prepárate, va a estallar el obús'».
¡Vaya si estalló el obús! La dirección del Partido Popular iba por un camino y por otro, la realidad de la calle con Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid no muestra interés abierto en ningún otro proyecto que no sea el de su Comunidad, pero sigo pensando que el final de la historia no acabará con el próximo capítulo del congreso extraordinario, sino que será un mero trámite necesario más para la culminación de lo que la gente quiere y ella persigue, que es que Ayuso se presente como candidata a presidir el Gobierno de España.
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