Que la gasolina esté a precio de champán y que por fin mañana baje el litro 20 céntimos no es culpa exclusiva de Putin, que la Copa América se la lleve la Barcelona de Ada Colau no es responsabilidad del PP o que el IPC ... suba en marzo al 9,8% no es fruto de la casualidad. Todo tiene un porqué y no ocurre de la noche a la mañana. La irresponsabilidad y el sectarismo son en gran medida culpables de nuestra situación. Estamos jodidos cuando el gobierno echa pelotas fuera y no admite ninguno de los problemas que sufre España, al afirmar que ayer la culpa era de la pandemia, del volcán de La Palma y ahora es de Putin, porque la realidad es que nos engañan una y otra vez, pero la cuenta de toda la fiesta la acaban pagando nuestros impuestos. Una fiesta mal gestionada desde el principio, recordemos que fuimos nefastos comprando material sanitario, mascarillas, maltratando a nuestros sanitarios y derrochando euros en compras innecesarias. Ha subido la vida y difícilmente volverá al sitio que conocimos, pierda toda esperanza.
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Toda esta irresponsabilidad y/o incompetencia nos marcará el futuro más inmediato. Abro paréntesis utópico: necesitamos una nueva generación de políticos que dejen de lado su parte más sectaria, necesitamos que los políticos analógicos y casposos de toda la vida den relevo a una nueva era digital, sirva la metáfora. Cierro paréntesis.
¿Qué más le da al ciudadano de a pie, si hace años la Copa América vino a Valencia bajo un gobierno del PP? ¿Justifica el desinterés del gobierno actual el no haber peleado por ella? Los catalanes, de otra cosa vale, pero, de tontos ni un pelo. Es importante la nueva factoría de baterías, también lo pueden ser los festivales de música para el turismo y, ¿por qué no?, la Copa América en la ciudad de Valencia. A los ciudadanos, independientemente de quién sea el alcalde, nos interesa que nos den servicios por los que pagamos, que cuiden nuestro barrio y que en general nos faciliten la vida. A mi, me da igual que lo haga Ribó, Catalá o el pato Donald. Pero que lo hagan, fuera de intereses de partido.
Me fastidia pagar los precios actuales de la vida y aguantar las explicaciones de un político que como gestor en una empresa privada no llegaría ni a delegado sindical. Y sí, me fastidia mucho que la Copa América se la haya llevado Barcelona, en la que gobierna Ada Colau, donde mi buen amigo Pablo Salazar recordaba en su columna del martes en este periódico como «esa ciudad conocida por sus políticas expansivas. Pero expansivas de okupas y manteros, nunca de pijos a bordo de yates».
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