La fragilidad y lo honesto
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Mi último viaje fue a Londres el pasado 11 de febrero y dudo si volveré a volar en lo que resta de año. Un día antes hice la última entrevista presencial, que fue al escritor Bernardo Atxaga, y confío en que más pronto que tarde vuelva a formular preguntas y mirar a los ojos a personas talentosas. Mi última visita a una librería también la recuerdo: fue en el establecimiento Ramon Llull junto a curiosos letraheridos, amigas y Almudena Grandes el pasado 2 de marzo. Luego el coronavirus hizo el resto. No poder cruzar fronteras a bordo de un avión o no poder conversar a un metro de distancia con un desconocido no son cosas que hablen de mí, sino de la fragilidad de la sociedad. Cuando el virus esté derrotado (no hay que confundir la desescalada con la victoria) no hagamos como si nada hubiera sucedido. Es de justicia mantener el recuerdo del pasado, aunque duela, y sobre todo es honesto no olvidar lo bueno de estar vivos.
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