Para las familias que tienen hijos escolarizados en primero de la ESO, habrán visto la novedad de trabajar por ámbitos, por agrupaciones de asignaturas para de manera coordinada y a través de proyectos, abordar los currículos diferenciados. La Conselleria impuso los ámbitos en este curso ... y lo sugiere para segundo. Otras autonomías se han quedado en su promoción, sin ser obligatorios y el Ministerio anima a incorporarlos en su desarrollo normativo estatal. Se quieren generalizar, pero los ámbitos ya están aquí desde hace tiempo: en la ley, pero también en programas específicos como los de diversificación o en la formación de personas adultas, por citar algunos ejemplos. Por lo menudo, hay centros que los trabajan desde hace cursos.
Sé que este tema no forma parte de la habitual discusión educativo, por lo que el estar por debajo del radar de la alerta pública aparenta que aquello de lo que se habla supone mayor impacto en la educación de los niños. Al contrario, se me ocurren temas menores que acaparan mucha conversación en las televisiones y que no tienen tanta incidencia en el día a día de las aulas como este tema que ahora nos ocupa. Este cambio es muy significativo en un momento muy significativo de la escolarización: la transición de Primaria a Secundaria.
No obstante, que no se hable de ello demasiado en la opinión pública no significa que el debate docente no sea acalorado. En cualquier red social, o sala de profesores, pueden comprobar las discusiones entre detractores y defensores de los ámbitos, una traslación del constante equilibrio entre la pedagogía y los conocimientos que se busca en la docencia: enseña mejor el docente que sabe mucho de su materia o el que sabe enseñar pero posee conocimientos someros. He puesto los dos extremos, aunque entiendan que la realidad se da graduada.
La justificación de los ámbitos es facilitar a los escolares el tránsito de Primaria, acostumbrados a menos asignaturas y maestros, a Secundaria, con mayor especialización y un docente por asignatura. También se pretenden dos objetivos: reducir la compartimentación del conocimiento y que sea más relacional y aplicado. Recuerdo el diagnóstico prepandemia: no llega a la mitad el alumnado de nuestros institutos que supera primero de la ESO con curso limpio. Comenta Toni Solano en Twitter, director del IES Bovalar de Castellón, la experiencia: «Los ámbitos han mejorado notas y la convivencia». También ayuda, matiza, cosas como la bajada de ratios. Detractores como Alfonso Gordaliza, presidente del Comité Español de Matemáticas, declara a El País: «Corremos el riesgo de caer en un reduccionismo muy grave de lo que son las matemáticas». Hay contenidos que «no se pueden vincular» a otras asignaturas, apunta.
El debate tiene un segundo plano laboral, ya que algunos ven con temor que avancen recortes (un mismo profesor da varias asignaturas) o recupera las afines, es decir, si un especialista de Matemáticas sabe de Biología solo por ser ambas ciencias, o el de Lengua suficiente Historia. Se compara con aquellos 7º y 8º de EGB impartidos por maestros y se suma la ventaja de la codocencia (dos docentes colaborando en una misma clase), la necesidad de coordinar departamentos, etcétera.
El cambio no es cualquier cosa y los docentes tienen opiniones opuestas; sería bueno que la Administración trabajara sobre evidencias. Sin evaluar el sistema, ¿cómo sabemos si funciona?
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