Urgente El precio de la bombona de butano para esta semana tras el último cambio de tarifa

No seré yo quien desautorice a Darwin, seguro que compartimos linaje con el mono, pero animo a continuar escarbando en nuestras raíces, porque presiento que algún parentesco guardamos también con el borrico. Más nos valía en tal caso habernos quedado en centauros y evitar al ... menos los problemas de espalda. Sólo desde ese todavía ignoto vínculo evolutivo hombre-asno se explica el afán de muchos de nuestros congéneres por defender unas culturas y pisotear otras, ignorantes en su estupidez de que el único ámbito donde el saber ocupa lugar es entre quienes intelectualmente andan justitos de alforjas. El nacionalismo de todo cariz acostumbra a ser torpe, paleto en su esencia, basado en una empobrecedora autarquía cultural, pero se vuelve muy peligroso cuando extrema la intolerancia. Saca estos días a la calle los tanques el independentismo catalán ante la ley que establece que quince de cada veinte palabras pronunciadas en las escuelas de su comunidad pertenecerán a la lengua de Espriu. Pocas le parecen si las cinco restantes provienen de la de Cervantes, que una cosa es el inglés, tan universal él, o el glamur del francés, 'je t'aime, je t'aime', y otra la prosa del colonizador. El problema llega cuando el proteccionismo selectivo induce a sus bastiones radicales -siempre hay alguien dispuesto a hacer el trabajo sucio por ti, las clases intelectuales bien que lo saben- a desempolvar el manual de los métodos propios del nazismo. Entonces esa suerte de Ku Klux Klan que protege la pureza de sangre y verbo cerca escuelas, marca a familias y crea enemigos de cinco años en cuyas manos deposita la mota negra. Libertad. Cómo entender que tres sílabas generen tanto escozor en la garganta de muchos, apostados en una y otra orilla del sectarismo. En los que acá persiguen el castellano y en quienes allá enarcan sus cejas de señoritos de metrópoli al grito de 'pueblerino' si alguien se expresa en el que consideran idioma menor, tan oficial el uno como el otro, igual de ricos y respetables los dos. En ideólogos como el felizmente olvidado Rafael Hernando, que se mofó en Castellón de la pronunciación del apellido Puig, o el perfectamente olvidable Vicent Marzà, padre de la nonata policía lingüística que perseguía distinguir entre buenos y malos valencianos. Sé libre para hablar tu lengua y si es posible enséñamela. Repitámoslo hasta sentirlo. Limitar el conocimiento propio es autolesionarse; acosar al que piensa distinto, delinquir. Antes de que Darwin pusiera orden, amasaban los ancestros todo tipo de teorías sobre el origen del hombre. De haber tenido la altura de miras de los nacionalismos aún estaríamos buscando nuestra estirpe en una lágrima del ojo de Ra o los barros del Edén.

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