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Algo se mueve en Erial

EL ESTADO DE LOS TRIBUNALES ·

Juan Francisco García, número dos de Zaplana en la Generalitat, explora con Anticorrupción la posibilidad de un pacto para lograr una rebaja de la pena

A. Rallo

Valencia

Jueves, 29 de septiembre 2022

El tablero. La hemeroteca todavía debe guardar un artículo titulado 'La muralla de Zaplana'. La tesis era sencilla. En una causa con numerosos acusados alrededor de una única figura política resulta extraño que las estrategias de defensa sean coincidentes hasta el mismo día de ... la celebración del juicio o que incluso se mantengan durante el desarrollo de la vista. Aquello suele convertirse en un sálvese quien pueda. Lo demostró esta semana el expresidente de la Diputación de Valencia Jorge Rodríguez, deseando que llegara el juicio para aclarar todo este malentendido que insiste en que se trata de una simple cuestión administrativa, para posteriormente anunciar que sólo contestará a su defensa. Vamos, que el afán por dar explicaciones resulta siempre una cuestión comprometida. También es comprensible que con una amenaza de ocho años de cárcel no sea el momento de exhibir banderas de transparencia, colaboración y postulados de moqueta. La reflexión puede encajar ahora en el caso Erial. Juan Francisco García, una de las piezas clave en el sumario, negocia una conformidad, es decir, un pacto con la Fiscalía Anticorrupción para admitir sus delitos a cambio de una rebaja en el castigo. No es un personaje secundario en toda la maraña de la supuesta trama de cobro de comisiones. Es uno de los puntales, aunque su nombre no tiene la significación de los Cotino o José Luis Olivas, por poner algunos ejemplos en el tablero. Queda mucho para el juicio; tanto que ni siquiera está señalado. Las conformidades se pueden pactar hasta el mismo día de juicio. De hecho, suelen ser frecuente acuerdos esa misma mañana. Lo que sí anticipan estas conversaciones es la existencia de una voluntad por ver cómo se quedaría el asunto en caso de una colaboración con la Justicia. Todo se puede resumir, y de hecho así ocurre, en entrar o no en la cárcel en caso de una condena. También hay algo de juego psicológico en todo este escenario. El hecho de saber que algún compañero de banquillo -de entrada hay 19 investigados- se mueve en este sentido despierta cierta inquietud y 'curiosidad' -llamémosle de esta forma- por conocer en qué se puede saldar este delicado asunto sin tener que pasar por la cárcel. Es decir, que si intuyes o conoces que alguien negocia, eso te despierta el interés por abrir esa puerta. Lógicamente, una conformidad ofrece una magnífica carta de presentación para el fiscal. No es lo mismo llegar a juicio con todo por probar que tener a uno, dos o tres acusados que admiten que participaron en aquello. Y en el mejor de los supuestos y la más intensa colaboración con la Justicia, que incluso impliquen a terceros. Esto ha ocurrido en buena parte de las causas de corrupción de la Comunitat. Sucedió, por ejemplo, en el caso Cooperación donde finalmente hasta el propio conseller Rafael Blasco terminó pactando sus penas de prisión. En aquel entonces se produjo un hecho sorprendente, la sentencia impuso un castigo incluso menor del pactado. En Emarsa, el expolio de la depuradora de Pinedo, también se registraron conformidades días antes del juicio. Entonces, uno de los cuatro acusados admitió su culpabilidad. Todas estas circunstancias finalmente favorecen el desarrollo de la vista en un determinado sentido. En la lista de políticos que también aceptaron las acusaciones antes del juicio se recuerda con especial intensidad los casos de Víctor Campos y Rafael Betoret en la causa de los trajes donde Camps resultó absuelto o la confesión de Ricardo Costa en Gürtel por la que el expresidente ha terminado salpicado. El juicio arranca en enero.

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