En medio de las tinieblas, Groucho siempre es hilo de luz y fuente de inspiración. Admitía Marx resignado su tránsito de la nada absoluta a la cima de la miseria después de que el crac de 1929 le borrara la ingenuidad del mismo plumazo que ... le vació los bolsillos, desastre cuyo recuerdo habría ya de arrugarle el bigote de betún hasta el mismísimo día de su muerte. Hoy el genio no emprendería solo aquella oprobiosa ascensión al infierno, sino que todos le secundaríamos por gentileza del cuerpo de gobernantes de nuestra ibérica Freedonia. Hagamos un experimento. Imaginemos que esto es un laboratorio donde podemos diseccionar la pandemia, aislarla de los muertos, la soledad, el naufragio económico o el deterioro psicológico. Quedémonos sólo con el concepto, desprovisto de todo drama, para formularnos la triste pregunta de a quién ha beneficiado el Covid. Busquemos ahora respuesta. Nos ha pillado esta turbulencia histórica a merced de la peor tripulación posible, funámbulos meritorios junto a hábiles medradores, una generación de políticos sin mochila que se juegan el futuro en cada tiro de cámara, y entre tanta mediocridad no son pocos los que han sacado carisma de la chistera del virus, por más que ésta viniera agujereada como el sombrero de Coque Malla. En su caso, hoy están mejor que ayer. La bruma de la pandemia engulló la gestión y nada como el silencio para quien poco tiene que decir, resumido el arte de gobernar en un recuento diario de contagios canturreado con la disciplina de los niños de San Ildefonso. Volvamos al laboratorio, amputemos ahora el Covid, evaporemos la propaganda y preguntémonos qué ha aportado la nueva política más allá de exhumar una momia, cuestionar el modelo de Estado, jugar al gato y el ratón con empresariado y nacionalismos o gritar cada cierto tiempo «tierra a la vista» desde el palo mayor del arca de Noé para engañar al pasaje mientras el mar infinito besa la línea del horizonte. Y guerrear, claro que sí, todos contra todos, e intercambiar vetos, que en este contexto el caos es la mejor oportunidad de negocio político, la escalera de Meñique en 'Juego de tronos'. «Puede hablar como un idiota y tener aspecto de idiota, pero que eso no les engañe: es realmente un idiota». 'Sopa de ganso', Groucho, el hilo de luz. Que cada cual ponga ahora un sujeto a la sentencia, porque tenemos donde elegir. «Marx, el baile ha terminado», espetó al artista su asesor financiero el Jueves Negro antes de colgarle el teléfono. Ese día el hombre del puro perdió 240.000 dólares pero en su ruina germinó el mito. Con el PIB por el suelo, los precios en las nubes e incapaces incluso de canalizar las ayudas, a saber cómo nos pondremos nosotros en pie cuando pare la música.
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