La nostalgia del tren

El anuncio de la posible recuperación de las locomotoras que sirvieron hasta 1974 para unir las provincias de Valencia y Alicante, nos ha despertado a todos la parte romántica e histórica de lo que fue y supuso para los que vivimos en la Comunitat Valenciana el ferrocarril de Dénia a Carcaixent. E incluso, en uno de mis paseos junto al mar Mediterráneo, he sido testigo de cómo ha vuelto a dibujar en la memoria de nuestros padres y abuelos, supervivientes del Covid-19, historias ya casi olvidadas de su niñez. Algunos me cuentan que tuvieron que abandonar sus casas en los pueblos de la Safor, la Valldigna o la Ribera para viajar hacia Dénia o Valencia y no caer presos (en el mejor de los casos) de los bandos (rojo y/o azul) que hubo en la guerra civil.

Pero, dejando aparte esta mirada nostálgica que envuelve al ferrocarril que vertebró la Comunitat, y a la espera de lo que pueda dar de sí la anunciada recuperación de las locomotoras por parte de Dénia, la realidad es que han pasado 43 años desde aquel 12 de febrero de 1974 y el trayecto ferroviario que volverá a unirnos, sigue en barbecho.

Sí, y ¿por qué?. Porque una vez más, los políticos nos han demostrado a los valencianos que no existe voluntad por recuperar esta línea ferroviaria y con ella empujar la maltrecha economía que nos está dejando la pandemia. Una debacle que lleva implícita, según me comenta un amigo economista, el empobrecimiento de la población en los próximos cuatro años.

No importa qué partido/partidos lideren la bandera del Gobierno en Madrid o en la Generalitat Valenciana porque lo que desde hace una década bautizaron como Tren de la Costa sigue paralizado y nuestros alcaldes y empresarios, cabreados.

Ojalá recuperemos las locomotoras de 1884 (previa declaración de BIC por Aragón) y, por lo menos, retorne a casa esa parte romántica de aquel tren que cohesionó nuestra Comunitat.