Año nuevo y todo sigue igual

Porque ante la escasa vacunación contra el Covid y el repunte de los contagios, los departamentos se las ingenian para tratar de incentivar la inmunización de una población hastiada por la pandemia. Porque es un juez el que, una vez más, obliga a la conselleria a cumplir con sus obligaciones, en esta ocasión a cuenta de dotar a los médicos de vehículos para trasladarlos a las visitas domiciliarias, algo que Sanidad ya acordó hace más de cuatro años pero que no ha llegado a cumplir por completo y que ahora, incluso, se plantea recurrir. Porque los pacientes siguen teniendo los nervios a flor de piel y en ocasiones pierden por completo los papeles (un usuario rompió con una porra el metacrilato que protege el mostrador de un centro de salud de Castellón porque quería una crema y luego escribió 'perros médicos' en la fachada). En definitiva, porque la asistencia sanitaria sigue atascada por ese goteo de infecciones respiratorias (gripe, Covid, bronquiolitis...), por esos pacientes crónicos descompensados y porque las plantillas de profesionales, aunque no paran de crecer, parece que siempre son deficitarias y en eso insisten una y otra vez los sindicatos.

Elecciones. Pero se avecinan cambios y seguro que se aceleran antes de las próximas elecciones autonómicas. Se verán en Atención Primaria, escalón asistencial con el que el propio conseller del ramo, Miguel Mínguez, continúa con sus reuniones con todos los departamentos. En la reducción de la burocracia, que se traducirá en más tiempo de los médicos para ver a los pacientes y en menos esperas para tener cita con el facultativo. También en la realización de más pruebas e intervenciones, que redundará en reducir las derivaciones a las consultas de los especialistas y del hospital. Se notarán en los hospitales, con la llegada y puesta en marcha de dispositivos de última generación que podrán dar la voz de alarma con más antelación de problemas tan graves como el cáncer. Y en las plantillas, porque miles de interinos lograrán afianzar sus puestos de trabajo y, al fin, conseguir la plaza que, casi por derecho, les pertenece. Y todo ello en un año en el que está en juego el futuro del Botánico, en el que PSPV y Compromís (con permiso de Podemos) tratarán de reeditar un gobierno autonómico marcado por el sesgo ideológico (que se lo pregunten a las concesionarias y hospitales privados), por la obsesión por la gestión pública y directa (pese a la falta de eficiencia) y por un importante incremento del presupuesto sanitario que, esperemos, no pase factura en el futuro. Porque el modelo de sanidad totalmente gratuita, de la máxima calidad y para todos sin excepción, difícilmente será sostenible en el tiempo. Los recursos públicos, aunque a veces lo parezca por el uso que de ellos hacen los representantes públicos, no son ilimitados, por lo que gastar más de lo que se ingresa tiene los días contados.