Dos meses lleva pidiendo el portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Fernando Giner, que alguien, mayormente el alcalde Joan Ribó, le diga el desglose de los 200 millones de euros que supuestamente costaba la celebración de la Copa América de vela en Valencia. Desde febrero ... y nada de nada.
Preguntas 'in voce' en el pleno y otras por escrito más recientemente, con el mismo ruego y la misma duda. Si en Barcelona se habla de un coste de 70 millones de euros, entre la aportación privada y la pública, ojo, ¿De dónde sale la cifra de 200 millones que sirvió para desestimar el evento en Valencia? El portavoz liberal reclama un ejercicio de transparencia del gobierno municipal tras las palabras de la concejala de Deportes, Pilar Bernabé, sobre los ya famosos 200 millones, que hablamos de ellos como si fueran caramelos. Hasta que no se aclare públicamente, habrá que poner la etiqueta de opacidad a todo lo referente a las justificaciones de Compromís y PSPV.
En una reciente entrevista a la vicealcaldesa Sandra Gómez de este periódico, aseguraba que el coste era demasiado elevado, así como las pretensiones de la organización de las regatas sobre la dársena interior. Y apuntaba que la apuesta de Barcelona era obligada para tratar de mejorar su imagen internacional y reputacional después de todo lo sucedido con el 'procés'. No iba mal tirado ese argumento, en efecto, aunque siempre quedará la duda de si se podía haber hecho algo más para que Valencia se convirtiera en la capital permanente de la America's Cup (como la llaman los náuticos) del Mediterráneo tras las ediciones de 2007 y 2009. Ahora pasará a ser Barcelona, sin duda.
Cobra más importancia pues que el Ayuntamiento o la Generalitat, lo mismo da, aclare con números de dónde salen esos 200 millones. Giner piensa que en realidad no hay ningún informe que desglose esas cantidades, al menos de forma seria. De momento, el silencio municipal le da la razón.
Acaba el mes de abril y no se sabe nada del ente gestor que debe sustituir al Consorcio Valencia 2007, supuestamente sin la Autoridad Portuaria. Nos movemos en aguas turbulentas (chiste fácil) para decidir la gestión de la Marina, aunque en principio hay consenso entre Compromís y PSPV a la hora de excluir al Puerto. Otro asunto es lo que diga la legislación sobre esto, que pinta mal para las intenciones de excluir a Aurelio Martínez de la mesa.
Pasó la Copa América por Valencia, las dos ediciones, el período negro de la deuda que atenazaba cualquier decisión y ahora que por fin el Gobierno da respuesta a las reivindicaciones de Valencia tras el desprecio de Zapatero, no hay acuerdo en qué hacer con uno de los espacios más golosos de la ciudad. No tenemos remedio.
Mira que ha habido intentos de conectar Valencia con el Marítimo, pero no hay manera. No una conexión física, sino económica, emocional y social. Cuando no es una barrera como las vías del corredor mediterráneo o la lentitud de la Dirección General de Cultura y Patrimonio en aprobar el Plan del Cabanyal (ya podía estar en obras el hotel de la calle Eugenia Viñes) son los conflictos entre los partidos que gobiernan ahora las Administraciones.
El gobierno municipal está actuando con rapidez para captar fondos Next Generation de la Unión Europea y cada presupuesto que consigue es un triunfo. En la dársena interior hay tantas obras públicas pendientes que no cabrían en esta página. Sólo la reurbanización del entorno de la dársena para que deje de ser un mero aparcamiento de cientos de vehículos ya vale la pena. Todo es cuestión de intentarlo.
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