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Hace dos años se habían disparado las primeras mascletás en la plaza del Ayuntamiento de Valencia y allá a lo lejos, en China, veíamos una gente enfermando con una gripe que nos traía sin cuidado. Bien por la distancia, bien por tratarse de cosas de ... chinos, no éramos conscientes de lo que acechaba a la vuelta de la esquina. Bastaron unos cuántos días para comprobar que la enfermedad se expandía como una bomba nuclear, encerrando a todo un planeta en sus casas sin saber muy bien qué demonios hacer.
Puede resultar macabro pensar en cierto paralelismo entre la incertidumbre de hace dos años y la que vivimos estos días con la invasión de Ucrania a manos de Putin, aunque puede llegar a quitar el sueño, si no fuera por la alegría de este reinicio de la vida con cierta normalidad. Pero, ¿y Ucrania? Ni esta tan lejos, ni parece que su principal acosador tenga intención de frenar la invasión de un país con un gobierno elegido democráticamente. España pertenece a la OTAN y a la UE, cierto, pero ¿qué impediría a Putin arrasarnos en un fin de semana? Europa ha enseñado sus debilidades y muy probablemente sirva para que, de una vez, dejemos de centrarnos en políticas populistas: el lenguaje inclusivo para todas, todos y todes, las banderas del arco iris o el «no a la guerra» no pueden ser base política para gobernar un país como España.
Vemos las imágenes de ucranianos que luchan por su libertad y mendigan ayuda al mundo. Una mujer ve cómo su hija pequeña intenta ser reanimada en una ambulancia mientras llora y se le rompe el alma al ver cómo fallece. Está pasando, aquí en Europa, mientras Sánchez recula una vez más y por fin accede a enviar armas a Ucrania en contra de sus socios de gobierno.
Vuelvo al «déjà vu» de la pandemia y pienso si un desquiciado Putin aprieta el botón rojo y salta la guerra a otro nivel, al nuclear. Porque nadie sabe realmente lo que quiere y qué ambiciona. ¿Y si está loco? ¿Y si no teme a nada, ni siquiera a destruir el planeta y pasar a la historia?
Si. Es macabro, pero posible. El romano Flavio Vegecio, dentro de sus obras militares escritas en latín, hizo famosa la frase «Si vis pacem, para bellum», es decir «si quieres la paz, prepárate para la guerra». Gente como Pablo Iglesias y Echenique son de los que piensan que no hace falta Policía porque todo el mundo es bueno. Error. Hay que cumplir la ley y a veces basta con hacer saber que un país está preparado para plantar cara a un agresor. Dios quiera que acabe pronto esta pesadilla para esos pobres y valientes ucranianos.
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