Urgente La consulta sobre la lengua comienza con una caída del servidor

Hasta en los momentos de relax con la lectura, actualmente con el libro 'Las modistas de Auschwitz' de Lucy Adlington, me resulta imposible no caer ... en la tentación de despejar algunas cuestiones. La historiadora británica comienza su relato de cuanto aconteció allí (no es novela) planteándose una pregunta: ¿cómo podía creerse una cosa así? Un interrogante que apunta directamente a la inocencia y la bonhomía de un lector que no deja de asombrarse con lo que pasa ya que su imaginación no alcanzaría a idear nunca lo que es capaz de hacer el hombre por odio o por dinero.

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Pero mientras que en atentar contra la integridad física y moral de las personas no hay duda alguna a la hora de perseguirlo -como no podría ser de otra manera- en el caso de los segundos, los que tienen que ver con el enriquecimiento ilícito, no solo no reciben la condena social que merecen, sino que se relativizan o se 'toleran'. Como si en el país de Curro Jiménez, el delincuente más famoso de la televisión, lo de robar y estafar y sus equivalentes como delitos fiscales, fraudes y evasión de impuestos, los tuviéramos tan interiorizados que los rebajáramos hasta inconscientemente al grado de propios de bandoleros, pícaros y listos varios que saben muy bien lo que se llevan entre manos, como si fuera algo digno de admirar.

Y lo que es peor, esta baja percepción social de lo delictivo, está justificando de paso creencias como decir que el sistema está totalmente podrido, cuando no es verdad en absoluto. Y aunque como ejemplo, podríamos tener una larga lista de casos -a los que cabría añadir otros que no se han difundido (vea usted a saber por qué)- citaremos algunos. Al de los ERE de Andalucía, con cargos del PSOE, UGT y CCOO condenados por repartir ayudas millonarias que estaban destinadas a trabajadores y empresas en crisis, se añade ahora la empleada madrileña de UGT que habría derivado hacia su marido y unas amigas los 2 millones de euros del Fogasa destinaba a pagar despidos de otros trabajadores.

Tan bochornoso como el caso del llamado G7, el grupo de grandes constructoras que llevan pactando durante 25 años los concursos de obras públicas. Veinticinco años trampeando con todos los gobiernos, para que las licitaciones de carreteras, colegios, hospitales... recayeran sobre ellos. Ahí es donde tendría sentido un Debate del Estado de la Nación. En buscar dónde están fallando los supuestos sistemas de control de todas las administraciones. Mientras tanto, las clases medias (ahogadas por la inflación y la crisis) seguirán pagando la fiesta de unos cuantos y el líder de UGT Pepe Álvarez se permitirá mandarnos a hacer puñetas. «Vamos a disfrutar del verano porque nos lo hemos ganado» dice. Sera él, que puede. Claro.

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