
El Palmar, un lugar idílico
CARMEN SERRANO SOLER PRESIDENTA ASOCIACIÓN TYRIUS DE EL PALMAR
Sábado, 9 de noviembre 2019, 11:00
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CARMEN SERRANO SOLER PRESIDENTA ASOCIACIÓN TYRIUS DE EL PALMAR
Sábado, 9 de noviembre 2019, 11:00
No es baladí que la pesca artesanal y la vela hayan sido declaradas BIC. Desde tiempos de la reconquista de Jaime I se convierte en una actividad necesaria y protegida, llevada a cabo por personas que desde su humilde posición social contribuyen a la alimentación general de toda una ciudad. El medio por el cual transcurre la actividad de la pesca necesita del dominio de saber maniobrar la barca, antaño de vela.
La población de El Palmar empezó su organización laboral en el barrio de Pescadores, en el centro de Valencia. Después se traslada al barrio de Ruzafa, y finalmente las familias, poco a poco, van ubicando su residencia en la isla. En el siglo XVIII se concede solares a más de un centenar de familias para que se establezcan de forma permanente en El Palmar. Esas primeras familias pescadoras han ido salvando obstáculos para sobrevivir.
En cada rincón de nuestro entorno encontramos enseñanzas de nuestros antepasados y antepasadas. Cuando acudimos al campo que nos legaron o subimos en la barca que nos dejaron recordamos sus consejos, su amor y su respeto por el lago y sus alrededores. Ese sentimiento sólo se puede entender y sentir si has nacido y vivido en este lugar.
No son el medio ambiente, la ecología, las aves y la fauna nuestros enemigos, todo lo contrario, forman parte de la vida de nuestro pueblo, pero son las personas quienes ponen en valor este medio natural con que nos ha agraciado la fortuna de vivir.
Son las personas quienes han practicado la ecología, cuidado el agua y defendido el medio ambiente. Iba, y va, su vida en ello. De la tierra y del agua han vivido generaciones en El Palmar.
Es tan importante el lugar donde vivimos, El Palmar, y es tan maravilloso que deseamos compartirlo con sus visitantes, pasearlos en barca, contarles anécdotas del pasado, ofrecerles la oportunidad de degustar la cocina típica, pero, sobre todo, El Palmar quiere seguir viviendo y disfrutando de la herencia familiar procurada y transmitida por nuestros antepasados y por nuestras antepasadas.
No es licito privar a cualquier habitante de las obras arquitectónicas que forman parte de su patrimonio cultural o social. Es por ello que no queremos se nos prive de nuestra obra de arte más preciada: el paisaje con que nos encontramos al regresar a casa después de una jornada de trabajo o de una salida de la isla. Es nuestra casa, y también la de la fauna con la que hemos convivido siempre, en armonía, sin prohibiciones, practicando un comensalismo propio de la especie humana y su hábitat. En equilibrio, pero, según expresión del profesor García Peña, de La Florida, los proyectos necesitan aterrizar más en la realidad.
Y la realidad es que somos personas las de El Palmar que vivimos en la era de la tecnología, que hemos salido de la isla a formarnos, que necesitamos trasladarnos a Valencia para hacer compras, asistir a un evento o acudir a actos de ocio y cultura. Por eso no se nos puede condenar a pasar largas horas por la carretera, a velocidad de ciclomotor o peatón, a esperar 2 horas a que llegue el único, y deficiente, servicio de la EMT, a que se convierta la vía rápida de acceso al centro de la ciudad en un bulevar para el ocio y descanso de visitantes, turistas y personas que desean evadirse de la ciudad.
Si se realizó una carretera para facilitar la comunicación con el exterior, ahora parece ser se pretende reducirla hasta el extremo de aislarnos de nuevo.
Entendemos que les guste visitar la Dehesa y la Albufera, pero también es de razón entender que quienes vivimos en la zona sur de Valencia somos parte de la ciudad, contribuyentes que pagamos impuestos, y tenemos las mismas necesidades que quienes viven en los barrios más céntricos.
Se aboga por la repoblación de los pueblos abandonados, por el retorno de quienes un día tuvieron que dejar su lugar de nacimiento para poder subsistir. ¿Pretenden desahuciar a toda una comunidad vecinal, o sitiarla hasta que desista de su empeño en seguir viviendo en el lugar que le dio la identidad?
La población crece a un ritmo suficiente para mantener el núcleo urbano y las actividades laborales que nos definen.
Las generaciones más jóvenes optan por quedarse a vivir en El Palmar. La red familiar prima sobre otros intereses.
Sería un acierto contar con la opinión de la ciudadanía, para conservar y mejorar el espacio natural. Al fin y al cabo, quienes han ido conservando el medio son las personas que lo han cuidado por necesidad de supervivencia. Supervivencia no exenta de necesidades básicas, como sanidad, transporte, mejoras en la red viária... Somos personas del siglo XXI, que vivimos en un lugar idilico, que tenemos inquietudes y necesidades similares a las del resto de la ciudadania, pero con condicionantes, la distancia en el espacio físico que nos aleja del centro urbano. Superadas algunas barreras históricas de aislamiento no nos gusta volver a tiempos pretéritos cuando se convertía en una odisea viajar hasta Valencia capital.
Sobre todo, consideramos importante que se conciencie la sociedad civil e institucional de que la superviviencia del entorno pasa primordialmente por el mantenimiento y mejora de lo ya existente.
Vale la pena poner en valor el modus vivendi que nos define, pero para ello necesitamos que entiendan que la visión de los y las residentes dista mucho de considerar adecuado, en parte, el programa de Paisaje del Litoral de L'Albufera de Valencia sobre el cual presentamos alegaciones y por el cual realizamos acciones.
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