PODER HISPANO

Justo cuando por aquí orillan con más prisa que pausa el español, nuestro idioma común, en los USA, durante ese pelotazo milmillonario llamado Superbowl, la lengua de Cervantes brilló. No fue desde luego prosa de alta calidad, pero metimos una cuña que evidencia el auge del poder hispano en aquellas tierras. En Miami, donde se celebró la cuchipanda, creo que incluso una tienda luce el cartel de «se habla inglés».

Ya puede empeñarse Trump, típico representante de blanco, anglosajón (raíces alemanas en su caso) y protestante que todavía cree que el país les pertenece, en cercenar el avance de español que tiene la batalla perdida. No se me ocurriría jamás escuchar las melodías de Shakira o Jennifer López en la palocueva. Si algún día pretenden causarme un dolor insoportable átenme a una silla y enchúfenme sus grandes éxitos. Lloraré, confesaré que maté a Kennedy y a Chanquete. Pero esto forma parte de las sensibilidades de cada cual, por lo tanto, aunque no consuma sus bailables melodías admiro sus trayectorias y, sobre todo, el que triunfen en tierras prácticamente monopolizadas por los anglos. Una luce un apellido tan español y común como López y la otra suele cantar en nuestra parla y se despidió, ante los espectadores del planeta, con un «muchas gracias». En los Usa ya están familiarizados con el español, imagino, pues, que lo asumen, pero en Nueva Zelanda, Australia, Inglaterra o Singapur igual, a lo mejor, quizá, el televidente más avispado ha comprobado la importancia de nuestro idioma, su enorme proyección. Esto es beneficioso para nuestros negocios de exportación, el turismo que nos puede visitar, la apertura de nuestra cultura, en fin. Con pequeños detalles así, pese a la pasividad o el desprecio de nuestros líderes, plantamos cara al todopoderoso inglés. Gracias López, gracias Shakira.