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La poesía de Francisco Brines
Perfil ·
JAIME SILES
Martes, 17 de noviembre 2020, 01:01
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JAIME SILES
Martes, 17 de noviembre 2020, 01:01
Formada por no demasiados libros, todos ellos tan excelentes como necesarios, la obra de Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) ha ido desarrollándose, como los ríos, en distintos cursos, cauces y etapas. Desde 'Las Brasas', Premio Adonais 1959, 'Palabras a la oscuridad', Premio de la Crítica 1966, 'Aún no' (1971), 'Insistencias en Luzbel' (1977), 'El otoño de las rosas', Premio Nacional de Poesía (1987) hasta 'La última costa' (1995), su escritura ha ido describiendo, más que saltos, una continua, regular y coherente evolución tanto en su fondo como en su forma, pudiéndose afirmar en su caso y sin reserva alguna que -como subrayaba Buffon- «el estilo es el hombre» y al revés: «el hombre es el estilo». Porque este autor es por completo coincidente con su obra y él se refleja en ella tanto como ella lo refleja a él. Hay muchos Brines en Brines, pero también uno solo, que siempre es el mismo y, si difiere, es para consumar la unidad de su propia variación. Esto y su sentido clásico de la poesía le han hecho transitar por distintos territorios que nunca dejan de ser uno solo y el mismo. De ahí la fidelidad a sus temas y de ahí también los vasos comunicantes patentes entre aquellos y los rasgos de su estilo: el tiempo, el cuerpo, el amor, la sensación de nada, el paisaje mediterráneo, la cultura... todo ello visto, como en una acuarela, desde el adiós a cada cosa y a cada uno impuesto por el rápido paso de las horas y su eterna repetición en el devenir de su fugacidad. Poeta elegíaco, satírico, moral y metafísico a la vez, Brines ha sabido dar profundidad de cuadro a determinados paisajes de su tierra -como en sus poemas 'Elca' o 'Elca y Montgó'- o de una tarde de toros en la Feria de Julio de Valencia extraer una lección moral. Más estoico que epicúreo, y metafísico al modo de Quevedo, supo partir de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Rilke y Cernuda para articular su propio mundo en voz. Entre sus poemas inéditos hay tres que ejemplifican su universo. Fueron publicados en 'Para quemar la noche', la antología preparada por Francisco Bautista para conmemorar la concesión del XIX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. De ellos extraigo éste, titulado 'Mi Resumen': Como si nada hubiera sucedido./Es ese mi resumen/y está en él mi epitafio./ Habla mi nada al vivo/y él se asoma a un espejo/que no refleja a nadie.
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