Política en primera persona
FUEGO AMIGO ·
Secciones
Servicios
Destacamos
FUEGO AMIGO ·
El berrinche que se ha cogido Juan Carlos Fulgencio con su relevo al frente de la Delegación del Gobierno constituye el último ejemplo de esa funesta práctica que consiste en practicar la política en primera persona. Asumir cargos o responsabilidades y perder de vista que esa designación obedece a la decisión de otro, que en cualquier momento puede cambiar de opinión, supone el primer paso para creerse líder sin tener más plan que el de la propia supervivencia. El PSOE le da a la Comunitat Valenciana una trascendencia electoral clave, que encaja poco y mal con ese silencio cómplice con el que se han venido tolerando ataques y críticas -merecidas o no- a la gestión del Gobierno central. Mirar para otro lado, o sumarse a la estrategia de Compromís, ni pasa inadvertido ni sale gratis. La comisión de gobierno del Ayuntamiento de Valencia, sin ir más lejos, acaba de aprobar reclamar al Gobierno que le pague 7 millones de euros por la liquidación del IVA. Con el voto del PSPV local, por supuesto. Todo un arrebato de personalidad por parte de la vicealcaldesa Sandra Gómez, no fuera a ser que una de sus decisiones pudiera agrietar, siquiera mínimamente, el tranquilo discurrir de Joan Ribó por la alcaldía. ¿Que Fuset se tiene que sentar en el banquillo? Pues eso es cosa de Compromís. ¿Que Grezzi hace y deshace en la política urbanística, aunque la concejal del ramo sea ella? Pues nada que decir. ¿Que la figura del alcalde se encuentra más debilitada que nunca? Pues mejor no hagamos nada. La líder del PSPV local probablemente tenga un plan para llegar a las próximas elecciones municipales con el mejor escenario posible. Pero no acaba de quedar claro si consiste en algo más que en hacer de la invisibilidad una estrategia. Ahora que Ribó ya juega públicamente con la posibilidad de volver a optar al cargo -decisión que dependerá de lo que hable con Mónica Oltra- y con María José Catalá con un ojo puesto en la gestión municipal y con el otro en los congresos de su partido, Gómez transita aparentemente cómoda camino a ninguna parte, con ese urbanismo heredado de Vicent Sarrià tan demodé. Probablemente a la espera de pasar desapercibida entre esa política de altos vuelos que supone discutirle el despacho al secretario autonómico -léase la consellera de Agricultura- o en ese juego tobillero que representa el fichaje de asesores en el Palau, pensando mucho más en los apaños orgánicos para ganar un congreso que en la política de presidencia del Consell. El yoísmo se abre paso como formulación política, y se olvida la conjugación en primera personal del plural. Luego se producen los cambios y los afectados se preguntan por qué.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.