Proteger la convivencia
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Vox y Podemos son en esencia lo mismo, se alimentan de ruidoExtiende un brazo la geriatra y el vello se le eriza al compás de las palabras, como imantado por los sentimientos a flor de piel. «Aún me emociono al recordarla», insiste con una hebra de voz tras evocar la imagen de aquella anciana, otra de tantas, que le decía adiós con la mano desde el cristal de la ambulancia camino de ese destino del que ya no iba a regresar. Arrulla su discurso un silencio de posguerra, dolor sedante que tapona la herida abierta en el corazón por la pandemia. Si la verdad se despojara de su naturaleza abstracta para adquirir rostro propio, adoptaría gustosa el de esta doctora anónima, abrasado por los rescoldos de un pasado de lucha y derrota que acompañará para siempre a su conciencia tranquila. Si además buscara una voz, la tomaría de la gran Frances McDormand, cuyo mensaje comprometido cada vez que agarra un Oscar nos hace forzosamente mejores: el alegato de la cándida policía de 'Fargo' en favor de la meritocracia; la risa febril de la madre coraje de 'Tres anuncios en las afueras' que pone en pie a las mujeres del Dolby Theatre mientras escupe su realidad a la cara del Hollywood machista; el aullido de la viuda errante de 'Nomadland' llamando a la manada a regresar a los cines, a la vida, para abrochar otro triunfo de la humanidad. Con un mundo entero por reconstruir, enredados en la madeja de la crisis económica, sanitaria y de valores, necesitamos gente como ellas, líderes de verdad, ya sea en la trinchera íntima de un hospital o frente al atril de la fama. Sin embargo, en medio de un polvorín como no se recuerda otro igual esa codiciada sensatez capaz de tender puentes ha caído en la trampa de los extremismos, que estiran de esta cuerda floja sobre la que a duras penas guardamos el equilibrio sin otro fin que romperla. Vox y Podemos son en esencia lo mismo, haz y envés de un perfil común. Se alimentan de ruido, inconscientes de que si agitas las aguas turbias la porquería saldrá a flote. Los derroteros a los que han conducido esta campaña electoral de amenazas con matasellos, mítines de alta tensión, palabras gruesas y peleas de gallos televisadas, pecho contra pecho como chulitos de instituto obstinados en que su cacareo prevalezca, trae mal augurio. Tomen nota. La violencia no viene en las instrucciones de la democracia y se condena siempre, en carne propia y ajena, te la creas o no, comulgues con el líder acosado o lo detestes, con mayor firmeza incluso si no hallas reciprocidad, pues nada importa más que proteger la convivencia. «Nos has recordado que la libertad no se puede matar», agradeció Laura Dern a Daniel Kaluuya antes de darle su Oscar por 'Judas y el mesías negro'. Ojalá sea así, porque la nuestra arrastra una herida profunda.
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