De modo que el futuro era esto. Si lo sé, querido Jordi Hurtado, yo tampoco vengo. Me pregunto cómo terminamos todos aquí, arrebujaditos en esta cama de sábanas transparentes entre Pepa y Avelino, aquella pareja de abueletes cascarrabias que se hacían la puñeta en 'Escenas ... de matrimonio'; testigos mudos de sus riñas de alcoba, convenientemente ventiladas entre risas de lata. Si hasta hace poco nuestros políticos se inspiraban por sistema en Churchill, repitiendo cual cotorras sus citas rebozadas en flema, el manantial de la nueva hornada que nos ata a su catre fluye entre el plató de 'Gran Hermano' y el de 'Sálvame' -'deluxe', faltaría más-, con paso diario por el confesionario, desahogo a ser posible en horario de máxima audiencia y que siga el espectáculo, aferrados al axioma de que no hay buena gresca si no es pública. Yo te insulto, tú replicas y luego compartimos los 'followers', así de sencillo. Sólo lo que el ojo ve existe. Qué le vamos a hacer, cada época tiene sus tótems y si un 'streamer' como Ibai Llanos cobra al mes lo que el presidente del Poder Judicial en un año admitamos que igual no andan desatinados estos chicos llegados del futuro, aunque alguno de ellos ya medrara en la política cuando bailoteaba Ruperta. Disciplinada, nuestra tropa gobernante encapsula su relación tóxica en estrofas de Pimpinela que sustituyen el almíbar por sosa cáustica. Medio Botánico contra la otra mitad, el Rialto partido en dos... Y ahora, cambio de pareja: tomatazos del Consell al Ayuntamiento y viceversa, naranjas, rojos y morados guionizando su 'Humor amarillo' mientras el resto nos ponemos colorados de vergüenza. Me resisto a pensar que no merecíamos algo mejor que esta caterva de buscabroncas tuiteros que convierten nuestras instituciones en un reality show donde vuelan los puñales mientras la gestión se difumina, salvados de rendir cuentas por el monotema del Covid como la campana acude al auxilio del boxeador noqueado. Sandra Gómez, que lo mismo agita las aguas que trata de serenarlas, apela a Fernando de los Ríos para pedir una migajilla de respeto entre socios. Yo no citaré a Churchill, me basta con Edison y su composición del genio, ya saben, uno por ciento de inspiración y 99 por ciento de transpiración. El problema de nuestra grey política es que anda con los porcentajes invertidos, y como lo que piensa lo dice, sobra improvisación y falta trabajo. Pero el teatrillo continúa, que es lo importante, porque en el fondo sólo se trata de eso, de presionar el fuelle y avivar las brasas sin llegar a consumirlas, pues este banco necesita sus tres patas intactas para que nadie acabe con el trasero en el suelo. A la altura de un zapato sudao, que diría Oltra haciendo de Góngora un juntaletras.
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