La fusión de CaixaBank y de Bankia dará lugar al mayor banco español, con unos activos de 650.000 millones de euros. Las implicaciones financieras de la noticia que se anunció el jueves por la noche son enormes, empezando porque se da solución a una entidad que en su mayor parte había pasado a ser pública y que debía volver a manos privadas. Pero hay otros efectos económicos, sociales y reputacionales, que no pueden ser minusvalorados y que afectan directamente a Valencia. Como es conocido, la sede institucional de Bankia -el resultado de una fusión anterior entre Bancaja y Caja Madrid- está en la capital de la Comunitat, al igual que la de CaixaBank, que se trasladó a Valencia como consecuencia del desafío soberanista catalán. Es lógico, por lo tanto, que la futura sede del nuevo banco siga en la tercera ciudad española, lo que representaría una buena noticia para los intereses de una región que durante la crisis vio desaparecer su sector financiero. Y así lo han pedido tanto el Consell que preside Ximo Puig como la patronal. Al mismo tiempo y desde Cataluña, el Govern de Torra se mueve en la misma dirección y a la búsqueda de recuperar lo perdido. Es el mismo Ejecutivo presidido por un independentista radical que no duda en amenazar con la desobediencia si es condenado por el Tribunal Superior de Justicia, que trabaja sin ocultarlo a las órdenes del fugado Puigdemont, que acaba de remodelar su Ejecutivo para satisfacer las aspiraciones de los soberanistas más extremos y que, en definitiva, no tiene el menor inconveniente en afirmar que volvería a repetir el 'procés', con todo lo traumático que resultó para la sociedad catalana en particular y la española en general. En estas circunstancias, con los antecedentes que emborronan la hoja de servicios de Torra y su Gobierno, sería impensable que el nuevo banco nacido de la fusión de CaixaBank y de Bankia decidiera salir de Valencia y marcharse a Barcelona. No sólo no se entendería en términos políticos -más allá de las posibles concesiones de Pedro Sánchez a sus socios de Esquerra, a los que acaba de prometer la convocatoria de la mesa de diálogo a cambio de su apoyo a los Presupuestos- sino que para la imagen y el prestigio de la Comunitat supondría un duro golpe. Las instituciones valencianas, los empresarios, la sociedad civil, deben trabajar conjuntamente para que la sede del primer banco español no salga de Valencia.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.