Hace apenas tres meses la Real Academia Española (RAE) incluyó sororidad en su diccionario. El 8-M es, entre otras cosas, un estallido de «solidaridad entre las mujeres, especialmente en su lucha por su empoderamiento». La RAE recoge los vocablos que están en la calle. Es lo que toca. Sororidad va ahora de boca en boca, pero antes que en los hablantes estuvo en los libros. En el prólogo de 'La tía Tula', Miguel de Unamuno escribe: «Es extraño que junto a fraternal y fraternidad, de 'frater', hermano, no tengamos sororal y sororidad, de 'soror', hermana. En latín hay 'sororius, a, um', lo de la hermana, y el verbo 'sororiare', crecer por igual y juntamente». Los clásicos nunca fallan. Nadie mejor que los grandes de las letras para tapar bocas y dejar sin argumentos a los que arrinconan a la mitad de la humanidad. Ahora sólo falta que aquello de «crecer por igual y juntamente» se convierta en realidad y genere una sociedad mejor.
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