Los tránsfugas no tienen la culpa del caos
PALABRAS SOBRANTES ·
Secciones
Servicios
Destacamos
PALABRAS SOBRANTES ·
La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía». Eso dice un proverbio árabe. Les Corts ha vivido, cuatro años ... después (exactos, tal día como este miércoles se produjo en evento, en 2017), un episodio similar al que protagonizaron cuatro diputados. Eran de Ciudadanos. Desde entonces ya no lo fueron. Se armó un quilombo importante. El Botánico cubrió sus necesidades económicas. Hizo un apaño. Pudo ser un arreglo desinteresado. Es cierto que posteriormente un par de esos fugados han demostrado mucha cercanía con el Consell, pero bueno. No había precedentes de una salida en masa, coordinada en tiempo y forma, así que se parcheó. Una chapucita española. No pasa nada. De todo se aprende.
O no.
Cuatro años después, cuatro diputados de Ciudadanos, ya es casualidad, también se han pirado de su grupo. En esta ocasión no se les ve tan simpáticos hacia la causa del Botánico. Se podría atribuir a esa antipatía que se les haya negado el pan y la sal, pero eso es una presunción. Vayamos a los hechos. Que son que en Les Corts no se ha sabido qué hacer. Otra vez. En 2017 se tuvo que habilitar despachos, pensar modelos de actuación, arreglar cosas por la vía de la improvisación. Sobre la marcha. ¿Y ahora? Pues igual. Otra vez un apaño, una negociación sobre la marcha, una total ausencia de protocolos, una toma de decisiones con argumentos a favor y en contra, pero sin una regulación taxativa, clara y concreta, sobre cómo proceder.
La excusa de la pandemia no es excusa. Todo el mundo encontró el modo de hacer su trabajo a distancia. En este caso, no se trataba de levantar un muro, de poner en marcha una obra colosal que precisara de la presencia física de sus autores. Era una cuestión de fijar procedimientos para que no volviera a generarse un caos de organización parlamentaria que se ha prolongado meses. Ha dado igual que los medios de comunicación retratasen la improvisación de 2017, pues cuatro años más tarde se ha producido igual. La desvergüenza es evidente, y obedece a que a los ciudadanos les importa un pito, un pepino, nada y menos, lo que ocurre en Les Corts, donde se supone que se reúnen sus representantes. La falta de presión ciudadana permite que el Botánico haga de nuevo de su capa un sayo. La oposición tampoco había hecho mucho hincapié para evitar lo que ha ocurrido. En la Cámara, por cierto (e insisto), su más alto responsable cobra 97.268 euros al año. A su alrededor, los sueldos son tan cuantiosos como escasa su productividad. A las pruebas me remito.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.