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En general la izquierda más casposa se ha sentido muy cómoda con un discurso anti-capitalista, anti-lujo, anti-Formula 1, anti-Copa América y todo lo que tenga algún tufillo a 5 estrellas. Muchos de esos pueblos de la España vaciada se mueren de ... asco por la imposibilidad de ofertar sol, mar y un turismo que les reporte una forma de vida para subsistir. Ciudades afortunadas como la de Valencia, única por el clima, la luz, las costumbres, la gastronomía y tantas cosas más, está atada de pies y manos a merced de las políticas ideológicas de turno.
La paralización en su día del macro proyecto para urbanizar el Parque Natural de la Albufera fue un gran acierto pese a que se llegaron a construir las pocas fincas, si lo comparamos con lo que se pretendía urbanizar, que a día de hoy conocemos. El abandonado hotel Sidi el Saler vuelve a ser pasto de la doctrina de Compromís, pese a que expertos en costas reconocen que la existencia del edificio no interfiere en la dinámica del litoral. José Serra, Catedrático de Costas y Puertos, afirmaba en los micrófonos de Cope Valencia que «el cambio climático no tiene nada que ver con su ubicación y es más preocupante dedicar esfuerzos a proteger la playa, que a demoler un edificio que se conserva bien».
El Colegio de Enfermería de Valencia propuso hace años convertir el hotel en una residencia para mayores, pero la ideología que nos quieren imponer prima sobre el interés general y el sentido común. Muchos de los que prefieren demoler un edificio para dejar la playa como en los años 70, son los mismos que tienen y disfrutan de un apartamento en esa zona tan exclusiva y construida por cierto en tiempos de Franco. Son los que yo llamo de una forma simpática y cariñosa «rojos gran confort».
Los expertos sabrán si pudiera darse un mejor uso al hotel como residencia, como hospital o como lo que realmente fue, un hotel de 5 estrellas. Pero ese momento idílico-ecologista del gobierno municipal de querer recuperar la línea de la playa a costa del derrumbe por ideología, es otra salida de tiesto 'made in botànic'.
Aunque la Albufera ya está protegida y necesita de políticas inexistentes a día de hoy para garantizar su futuro, tenemos la certeza de que ya no se convertirá en un horror como el construido en la Manga del Mar Menor. Seguro que el alcalde y su gobierno municipal tienen la capacidad para sentarse a hablar con unos y otros, incluso con los que quieren derruir un edificio que ya está levantado en vez de construir un nuevo proyecto interesante para la sociedad.
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