Vacúnate o quédate en tu casa

Me recuerda a ese momento en el que aguantas la cola con tu coche en mitad de un atasco a la entrada de la ciudad, cuando se te mete el típico listo con su coche y se planta delante de ti. Todos lo hemos experimentado y hemos pensado lo mismo: «ya me ha tocado el espabilado del día, que piensa que al resto nos gusta hacer cola». Con la vacuna me invade esa misma sensación, la de que la mayoría hemos puesto el brazo pero queda ese 10% que por un motivo u otro no se la quiere poner. Un 10% son muchos miles de valencianos que ponen en riesgo sus vidas, las vidas de los demás y que juegan con el bienestar de nuestro futuro.

Es un hecho objetivo que la mayoría de ingresados por covid son personas que no están vacunadas y que el riesgo de ingresar en UCI es casi 19 veces mayor entre los no vacunados. La consellera de Sanidad, Ana Barceló, puso en marcha una campaña de concienciación, pero creo necesario ir más lejos e implantar la obligatoriedad del certificado de vacunación: para ir a trabajar, a la compra, a un restaurante o coger un taxi. Es paradójico que muchos de los no vacunados denuncian los peligros de la vacuna para su cuerpo y luego se meten una fiesta de colesterol con hamburguesas XL y patatas fritas congeladas rebosantes de aceite.

Entonces, ¿qué hacemos los que nos tocó ponernos Janssen y ya podemos pedir cita para la dosis de refuerzo? No nos queda más opción que inocularnos una vacuna diferente con el miedo y/o inseguridad que pueda ocasionar, pero ¿no hicimos peores mezclas cuando éramos jóvenes mancebos, con resultado de resacas y dolores de cabeza?

Tampoco cuela lo de las teorías conspiratorias, esas que cuentan que la vacuna lleva un nanochip porque son cuentos para marear y no poner el brazo. Si estás en el colectivo de los no vacunados, reflexiona, mira a tu alrededor y observa que la vacuna ha cambiado la vida para mejor. Si establecen el certificado de vacunación es simplemente para que gente como tú, valore que los beneficios superan los sacrificios y decida vacunarse por el bien común. Se llama solidaridad y nos permite a todos recuperar cierta normalidad.