Vayan a ver los arrozales

Si no tienen nada más urgente que hacer, vayan a ver los arrozales alrededor de la Albufera. No pierdan la ocasión. Están en todo su esplendor. Y no se limiten a acercarse al lago, paseen por los caminos entre los campos inundados, entren por donde quieran, deambulen por aquí y por allá, siempre con mucho cuidado, porque está todo lleno de agua, como nunca. Es una hermosura al alcance de todos. Ya quisieran en muchos sitios acumular tanta belleza. Allá donde miren querrán acaparar todas las imágenes. Menos mal que ahora las fotos son digitales, sin carrete; gran ventaja, salen gratis, pueden disparar cientos de veces, miles, lo que quieran, porque cuando te metes entre los vericuetos de los campos, que ahora se confunden con el propio lago, cualquier detalle te absorbe, quieres llevarte todo el paisaje. Hagan caso, no se lo pierdan. Durará unas semanas conforme está ahora. Se han juntado las recientes lluvias fuertes con la inundación otoñal de la 'perelloná' y el agua está más alta de lo acostumbrado. En realidad hay varias imágenes sucesivas de cada uno de los infinitos rincones del Parque Natural: todo inundado y sin arroz, como está ahora, ocupando el agua toda la superficie de lo que fue el antiguo lago; y después, reducido el 'lluent' a la estricta Albufera actual, el extenso arrozal aparece primero seco, a punto de sembrar y salpicado por los canales y acequias que lo inundarán de nuevo; a continuación se sucederán los verdes conforme crezcan las plantas, entre mayo y agosto, para desembocar en el brillo dorado de las espigas a punto de segar en septiembre. Si lo prefieren pueden elegir itinerarios menos concurridos que los acostumbrados del Saler y El Palmar. Acérquense a Sollana, Sueca, Cullera... y adéntrense por sendas y caminos, y no se pierdan los encantadores 'portets' de Catarroja, Silla y Sollana. Se quedarán prendados.