B. HERNÁNDEZ
VALENCIA.
Domingo, 21 de noviembre 2021, 00:03
Una mujer sale de la casa okupada con dos niños pequeños, uno de ellos en brazos. El trayecto es corto, se acerca hasta la esquina, prestando atención a ambos lados, y regresa al domicilio. Menos de dos minutos son suficientes para identificar cualquier movimiento extraño ... en una calle apenas transitada.
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Los indicios han llevado a la Policía a esta vivienda okupada de Benimàmet en busca del domicilio al que regresa la banda de 'las Bosnias' tras concluir su jornada de hurtos en el centro de Valencia.
No es ningún secreto en la pedanía que se trata de una casa ocupada ilegalmente que era propiedad del banco. Emiliano, vecino que vive casi puerta con puerta con la familia que habita dentro, confirma que son personas de origen bosnio.
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«Discuten mucho, a veces se oyen voces fuertes pero por ahora no han hecho nada malo en el barrio», añade el ciudadano. Su verdadero lamento es que la casa pertenecía a personas a las que guarda un gran aprecio y lo único que le mantiene en vilo es que no causen molestias.
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Tras observarla, el vecino cree confirmar que tienen agua y luz. «No sé si se habrán enganchado a la corriente, pero nunca les he visto regresar con garrafas de agua de la fuente». No comparte el mismo tono de resignación un comerciante de la zona, y que prefiere no dar su nombre por miedo a que hayan represalias.
«En esa casa vive una familia de Bosnia. Las mujeres son carteristas y los hombres se dedican a vender coches», asegura con firmeza el hombre. En su opinión, todo el mundo en Benimàment conoce a la familia que la habita y cómo es la casa por dentro. Unas sospechas que se unen a las de los agentes. «Es un casoplón, tiene dos plantas y un ascensor. Dicen que compraron la casa a los okupas anteriores por 1.500 euros», añade el comerciante.
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Estas afirmaciones se pronuncian en la calle paralela a la de la vivienda okupada, lejos de las miradas curiosas y atentas que se esconden detrás de las persianas del domicilio, que se cierran de golpe cuando detectan miradas indiscretas.
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«Me deben dinero pero les dije que no las quería más en mi establecimiento», explica el hombre con enfado. «Gritaban mucho, montaban escándalo discutiendo por cualquier cosa», añade.
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La impresión del comerciantes es la misma que la de la Policía: «las mujeres salen por el día a robar en Valencia. Viven del cuento». En lo que se refiere a su experiencia personal, el hombre insiste en que le deben dinero.
«Al día podían gastar entre 50 y 100 euros en mi local y se enfadaban cuando no les dejaba entrar, aunque me decían que ellas me generaban ganancias, pero no me importa», agrega con resignación.
Las delincuentes que asedian Valencia residen en esta vivienda okupada desde mucho tiempo, según la Policía. Aunque los nuevos inquilinos llevan cerca de un año viviendo en la casa, los vecinos reconocen que el trasiego de personas es continuo y permanentemente cambian las familias que deciden instalarse en la vivienda.
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