ADA DASÍ
Miércoles, 9 de noviembre 2022, 00:01
La tendencia creciente de las quedadas masivas para pegarse o simplemente grabar hazañas incomprensibles como recorrer las calles en bicicleta para subirlo a las redes, parece que no tiene freno en Valencia y los pueblos del área metropolitana. El fomento de la movilidad ... sostenible con la conexión de los carriles bici o el metro nocturno favorece que los grupos de pandilleros se desplacen de un municipio a otro sin mayores problemas.
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El último ejemplo es el registrado en Alaquàs hace unos días, cuando un grupo de jóvenes en bicicleta, la mayoría menores, sembró el temor entre los conductores desde Valencia, pasando por Mislata, armados con palos y cuchillos y encapuchados, hasta este municipio donde fueron interceptados. Según la investigación policial, se cree que en principio se gestó como una quedada de motos, quads y bicis, por el premio de motociclismo de Cheste, pero acabó degenerando en un ciclopaseo nocturno vandálico por las calles.
Lo que se desconoce es cuál era su objetivo, aunque todo apunta que estaba dirigido a subir los vídeos a las redes sociales, porque no se entiende que esgrimieran las armas (palos y cuchillos) de forma pública ni fueran llamando la atención de esa manera si su fin era el de agredir a alguien.
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No es un fenómeno esporádico y lo peor es que va a más, como advierten fuentes policiales consultadas por este periódico. Los primeros indicios comenzaron a registrarse tras la pandemia, aunque ya hubieron ejemplos de batallas campales en las discomóviles de los pueblos en fiestas en 2019. Albal, Aldaia o Picanya fueron algunos ejemplos para que el resto optara por suspender actos similares por miedo a que se repitieran en sus festejos.
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Las guerras entre pandillas rivales de otros pueblos generaron este fenómeno que se ha ido complicando con la aparición de nuevos grupos multiétnicos formados mayoritariamente por inmigrantes de segunda generación. Cada municipio tiene sus propias características, por ejemplo en Alaquàs, Aldaia o Torrent predominan los subsaharianos o marroquís, o en barrios de Valencia como La Torre, cercano al área metropolitana, son más de procedencia rumana, y en Benicalap o Marxalenes, están formados mayoritariamente por menas o magrebís.
En esta última barriada también predomina un grupo de sudamericanos, que después se extienden por los municipios y se les identifica en reyertas en otras ubicaciones, según advierten fuentes policiales. Además, suelen importar simbología de países como Nicaragua, México o Santo Domingo. Incluso la ruta vandálica en bicicleta, recuerda los grupos surgidos en Estados Unidos hace una década, copiando patrones de comportamiento.
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Estas tribus urbanas se suelen mover por los pueblos conectados entre sí. Viajan en transporte público, desplazándose por ejemplo en metro, como las quedadas en Paterna, L'Eliana, La Pobla de Vallbona y Benimamet, cerca de las paradas, ya que están integradas principalmente por menores, sin carné de conducir, pero con una condición que les protege y les permite actuar con impunidad, incluso plantando cara a los agentes de la autoridad.
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Cuando eso pasa, como ya ocurrió en Alfafar cuando dos policías fueron acorralados por un grupo de menores, o en la ruta ciclista vandálica de Alaquàs, en la que atropellaron a dos efectivos y les agredieron, los agentes están desprotegidos, superados en número y limitados a una respuesta que no puede ser contundente por las consecuencias legales que puede tener.
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Lo peor es que ellos lo saben y se benefician de ello. A esto se suma las plantillas policiales mermadas en efectivos de los municipios, en los que en ocasiones solo hay una patrulla de servicio, como advierten fuentes sindicales.
Llíria. Varias peleas en diferentes puntos de la localidad obligaron a suspender una macrodiscomóvil en octubre.
Vinalesa. Un evento en octubre acabó con dos heridos en una reyerta con cerca de un centenar de jóvenes. Un agente tuvo que disparar al aire.
Picassent. Un policía local resultó herido en una trifulca multitudinaria en los bous al carrer en agosto.
Paterna. En 2021 una quedada congregó a cerca de 200 jóvenes en La Canyada que fue disuelta por la policía.
Mislata. Más de 70 personas se citaron para pegarse en diciembre de 2020. Los agentes tuvieron que hacer cargas para dispersarlos.
Picanya. La Policía Local desmanteló una reyerta entre dos grupos de jóvenes en octubre de 2020.
Limita igualmente el acceso a la información sobre ellos para que los agentes puedan ficharlos de alguna forma, ya que por su condición de menores gozan de restricciones a la hora de consultar sus expedientes. Además, salen nuevos integrantes de entre 13 y 17 años continuamente que hace que sea más difícil identificarlos, según constatan fuentes policiales. Lo de Alaquàs, por ejemplo, fue algo esporádico, «pero a lo mejor se repite por que no tuvo una respuesta contundente», señalan las fuentes consultadas. Tampoco suelen hacerse cargo de las sanciones por faltas administrativas o penales porque los progenitores se declaran insolventes y el sistema no actúa.
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Cualquier pueblo o zona es susceptible de estos ataques. No obstante, como su modus operandi son las quedadas por las redes sociales, tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil disponen de sendos grupos de investigación para detectar cualquier movimiento sospechoso a nivel de todo el territorio español.
Los cuerpos locales también están atentos a las alertas que les llegan desde estos grupos, o incluso avisos de particulares a través de internet, lo que les permite intervenir de dos formas, o aumentando la vigilancia con la coordinación de otros Cuerpos, que suele ser la habitual al carecer de efectivos, o suspendiendo las actividades susceptibles de peleas.
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Numerosos pueblos se han salvado de una buena gracias a estas actuaciones, como es el caso de Alfafar, donde se había organizado una pelea tras el acuchillamiento de un joven en las fiestas patronales este verano, pero la alerta que llegó a la Policía Local hizo que se cancelara una discomóvil para evitar el encuentro.
También en Valencia capital se han abortado quedadas masivas. Es significativa la del parque Oeste, antes de Navidad del año pasado, en la cual los participantes se habían citado a escasos metros de la sede principal de la Policía Local.
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Este fin de semana ha sido movido para la Policía Nacional que tuvo que desplegar un operativo para prevenir las peleas entre grupos de jóvenes, que se saldó con 356 identificaciones y 25 actas; 21 por tenencia de sustancias estupefacientes y cuatro por posesión de armas u objetos peligrosos.
El año pasado, la Fiscalía contabilizó un total de 1.591 diligencias por delitos de lesiones cometidos por menores de edad en la Comunitat Valenciana, lo que supone una media de cuatro casos nuevos por agresiones al día. Según datos del Ministerio las peleas tumultuarias se han incrementado notablemente en los 15 municipios de más de 20.000 habitantes de la comarca de l'Horta pasando de 54 en todo el 2021, a 79 hasta el mes de junio de este año, sin contar las que se han registrado en las fiestas de verano en diversas localidades del área metropolitana.
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