Pedro Coca: «Los niños deben adquirir habilidades técnicas y éticas»

Con cuatro décadas de trayectoria en el mundo del transporte y la logística, Pedro Coca se pone al frente de la Fundación Étnor –que celebra sus 30 años– con el objetivo de que aquella entidad que surgió de un encuentro fortuito en una boda entre Emilio Tortosa y Adela Cortina sea «útil a la sociedad y la empresa».

–Leyendo sobre los papeles de Pandora uno se pregunta si no tendría que haber una Fundación Étnor en cada ciudad.

–Por lo menos en cada país… Lo que hace falta es que los valores que tiene Étnor se difundan y lleguen a la sociedad.

–Que son precisamente pluralidad, rigor e innovación. ¿Los perciben en la sociedad y en la clase política actual?

–Me voy a apartar de cualquier generalización porque las generalizaciones, además de poco rigurosas, son injustas. A la clase política tenemos que dejar de denostarla y animarla a que sus acciones estén presididas por principios éticos. También es verdad que en este momento la sociedad ha hecho una dejación de sus obligaciones como sociedad civil y los políticos son como los gases, expansivos, por lo que todo lo que no ocupe la sociedad lo va a ocupar la política. ¿Es responsabilidad de los políticos? Creo que no. Es responsabilidad de la sociedad civil, pues igual que somos una sociedad de derechos, también somos unos ciudadanos con obligaciones y una de ellas es trabajar para generar debate, crítica constructiva, buenos valores... Si la sociedad civil recuperara la posición a la que no tenía que haber renunciado nunca, los políticos también volverían a su espacio natural.

–¿Por qué cree que se ha producido esa dejación?

–Animo a quien quiera dar una respuesta a que lea un libro de Víctor Lapuente, 'El decálogo del buen ciudadano', donde explica de forma amena y precisa qué tenemos que hacer los ciudadanos. Para mí es recuperar nuestro sentido de la obligación y dejar de ser sólo sujetos de derechos y, además, ejercer nuestra mayoría de edad, que no me refiero a los 18 años. La mayoría de edad ciudadana es buscar un equilibrio entre lo que le doy a la sociedad y lo que creo que la sociedad me debe dar desde los estamentos del Estado que hemos creado entre todos para que generen la protección a la ciudadanía. Creo que la sociedad se ha desequilibrado por una serie de circunstancias: por la hipercomunicación, por la desafección que existe, por la pérdida de ideales y de trascendencia... Esto nos lleva a un permanente cortoplacismo y ahí las personas no estamos bien.

–¿Falta más diálogo?

–Hay una frase que leí en un libro de Félix Ovejero ('La deriva reaccionaria de la izquierda') y decía que estamos pasando de tener adversarios a tener enemigos. Al adversario intentas convencerle, al enemigo intentas aniquilarle. Y eso es terrible porque genera una sociedad polarizada y precisamente necesitamos despolarizarnos, encontrarnos desde el debate, porque si no, la sociedad no avanza.

–¿Necesitamos más referentes en la sociedad que inspiren valores de respeto, diálogo, etc.?

–Referentes los hay. Étnor acaba de cumplir 30 años y es un referente; lo que tenemos que hacer es buscarlos y escuchar las referencias que nos dan. A hora tenemos más que nunca posibilidad de acceso a la información y los referentes existen.

–Se cumplen 30 años desde que se pusiera en marcha aquel Seminario de Ética Económica y Empresarial que luego daría paso (1994) a la Fundación Étnor. ¿Cómo ha evolucionado la sociedad desde entonces?

–La sociedad ha cambiado mucho pero los valores sobre los que se sustenta no han cambiado tanto: confianza, justicia, prudencia… ¿Qué ha cambiado en la sociedad? Las herramientas y, sobre todo, el gran avance, con un gran esfuerzo, para construir una sociedad más justa y que vela mucho más por sus ciudadanos. La sensación que tengo es que los tiempos que corren son tiempos para que los ciudadanos empecemos a arrimar el hombro para conservar esa sociedad y, desde luego, la democracia como un bien imprescindible del avance social y para que sigamos construyendo. Como ciudadanos tenemos un trabajo y una responsabilidad.

–¿Cuál ha sido la evolución de la fundación en estos años?

–Durante mucho tiempo Étnor ha trabajado en la generación de conocimiento que ponía a disposición de la sociedad. Luego, a través del seminario permanente, lo que ha hecho es buscar un punto de encuentro para la reflexión sobre ese conocimiento. Hasta hace unos años ha trabajado como una especie de 'think-tank' más a puerta cerrada, pero nos dimos cuenta de que no perdíamos nada si esos debates los abríamos a la sociedad en general. ¿En qué punto estamos ahora? Tenemos que trabajar en ser útiles a la sociedad y, sobre todo, a una parte muy vinculada a nosotros: la de las empresas y las organizaciones. Estamos convencidos de que las empresas son actor fundamental de la sociedad civil y no es posible una ética cívica sin una ética empresarial. El trabajo de Étnor es explicar las virtudes que conformen un buen 'ethos' empresarial y trasladarlo así como hablar con los empresarios para ver cómo lo están haciendo. Hay muchas empresas que ya no actúan desde el marketing de quedar bien, sino que hay empresarios convencidos de que igual que la empresa es un proyecto a largo plazo, también lo es construir una sociedad más ética.

–¿Se creen los empresarios lo de que la ética es rentable?

–Estoy convencido de que sí. He dicho antes que no iba a generalizar, pero hay empresarios convencidos de que una empresa con caracteres éticos es algo que les da rentabilidad, una palabra en la que no hay que pensar en dividendos. Hay una triple dimensión: la económica, la social y la sostenibilidad. Y los empresarios líderes son conscientes de ese papel que tienen en la sociedad.

–¿Es necesaria la asignatura de Ética, sobre todo en un mundo tan hipertecnologizado?

–Todo empieza en la educación. Cuando analizamos modelos de otros países, sobre todo nórdicos, vemos la gran importancia que dan a la educación no sólo en habilidades técnicas sino en valores. Y ahí es donde empieza todo. Dice Adela [Cortina] que la ética es un saber práctico cuya finalidad es que los ciudadanos podamos ser felices. Ese saber práctico hay que enseñarlo desde bien pequeño, en las escuelas, no sé si como asignatura, con qué nombre… Lo que sí sé es que tan importante es que los niños adquieran habilidades técnicas como que adquieran habilidades éticas, formación en valores. La técnica te permite resolver un problema concreto, los valores te permiten vivir una vida honesta.

–Treinta años entre la sociedad y las empresas valencianas. ¿Cómo perciben Valencia?

–Es atrevido que haga una valoración sociológica pero soy valenciano de adopción, llevo aquí el 90% de mi vida, quiero mucho a esta tierra y creo que la conozco. La Comunitat tiene grandes capacidades y muchos valores, pero tiene que tomar conciencia. Si me dieran el don de regalarle algo a la Comunitat Valenciana, le regalaría un cóctel de más autoestima y más solidaridad. Y cuando hablo de solidaridad no estoy diciendo que la Comunitat no esté formada de individuos solidarios, que lo somos; hay muchísima solidaridad, pero individual. Plantearía que la Comunitat sea solidaria colectivamente. A partir de ahí, creo que tenemos muchas posibilidades aunque hay cuestiones que se tienen que resolver ya, como el maltrato en términos de financiación. Esos recursos que no tenemos impiden hacer cosas que nos darían un mayor posicionamiento.

–¿Debemos reivindicarnos más los valencianos?

–Totalmente. Eso es una responsabilidad de los políticos. Me entristece cuando en el Congreso se plantean necesidades de la Comunitat y los grupos políticos, por disciplina de partido, han dicho a sus diputados que hay que votar en contra. Sería otro tema en el que Étnor no tiene por qué entrar, salvo que alguien plantee el debate: hasta qué punto hoy el diputado tiene conciencia de que se debe al ciudadano que le vota y no al partido que le pone en una lista. Te piden el voto y luego se olvidan. Tenemos que hacer un trabajo con la clase política: se deben a su tierra y a los intereses de su tierra.

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