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Laboratorio. Luis Enjuanes, en las instalaciones del Centro Nacional de Bioquímica donde trabaja. EFE
Luis Enjuanes: pionero contra el coronavirus, pionero en la vacuna

Luis Enjuanes: pionero contra el coronavirus, pionero en la vacuna

El químico valenciano convertido en autoridad mundial: la vieja Facultad de la avenida Blasco Ibáñez donde se licenció, su paso por Estados Unidos, sus años de discípulo de Margarita Salas... y sus escapadas a los Pirineos

Jorge Alacid

Valencia

Sábado, 3 de abril 2021

La precisión. Luis Enjuanes alude a este sustantivo, tan ligado al saber científico, para justificar ese curioso viaje interior (y profesional) que protagonizó en los años 60, cuando recién licenciado en la vieja Facultad de Química de la avenida Blasco Ibáñez empezó a indagar en otro ámbito de investigación desvinculado en principio de sus estudios, la Medicina. Alega Enjuanes, en la conferencia que impartió por vía telemática con motivo de los 125 años de la creación de la Facultad donde se licenció en 1967, que parapetado tras esa idea de precisión (noción que a su juicio forma parte del arsenal de todo químico) pudo adentrarse en los estudios de la vertiente científica a la que ha consagrado su fértil vida académica: los virus. Y no cualquier tipo de virus, sino el mortífero coronavirus puesto tristemente de actualidad a finales del 2019. El coronavirus en cuya investigación Enjuanes, aquel estudiante del instituto Luis Vives que luego encaminó sus pasos hacia la Universidad de Valencia, se ha convertido en autoridad mundial.

Y convertido además en depositario de una de las más apreciadas fuentes de donde mana la esperanza global, una ilusión compartida: que el laboratorio español donde presta sus servicios alumbre una vacuna que ayude a erradicar la pandemia. Unas pesquisas que Enjuanes dirige nada menos que desde el año 2000 al frente de un equipo del CSIC formado por 16 personas y han situado su nombre en el epicentro de la atención planetaria. No está nada mal para aquel aplicado jovencito que, como recuerda su condiscípulo en la Facultad valenciana, Antonio Aucejo, ya destacaba desde que hundían sus codos en los manuales de la misma Facultad que el año pasado, para festejar sus 125 años de vida, permitió a ambos reanudar el largo contacto que mantienen desde que se iniciaron en esta disciplina como universitarios.

En esa charla Enjuanes se extendió en lo que más sabe: el coronavirus. Una especialidad que encajaba en principio no demasiado bien con los saberes propios de la Química, hacia la cual se decantó, como recuerda Aucejo, desde que entró en contacto cuando aún residía en Valencia con un grupo de trabajo creado entonces en la Universidad que indagaba sobre el cáncer. «Luis ya destacaba, era uno de los compañeros con mejores notas», recalca. «Era bastante extrovertido, algún año llegó a ser delegado de curso», añade.

De entonces data esa amistad que sobrevive al paso del tiempo y la distancia, porque Enjuanes marchó pronto, recién licenciado, a Madrid, donde se formó bajo la tutela del prestigioso matrimonio de científicos formado por Margarita Salas y Eladio Viñuela, y luego se mudó a Estados Unidos, donde siguió trabajando (todo un pionero) en la investigación contra el coronavirus. «En principio», recuerda Aucejo, «estuvo pensando en opositar a instituto pero luego surgió la oportunidad de irse a Madrid y fíjese: ha acabado por convertirse en una autoridad mundial en la investigación del coronavirus. Lleva como treinta años investigando sobre eso». En efecto, todo un pionero.

Alude Aucejo a la formación específica de Enjuanes en este ámbito, que le concedió ya algún protagonismo en la crisis del ébola, cuando fue alistado por el Gobierno en aquel comité de expertos que también dirigió Fernando Simón. Para entonces, Enjuanes estaba de vuelta en España. Había regresado en 1980 para enrolarse en el CSIC, donde creó su propio grupo de trabajo sobre el coronavirus y se convirtió en referencia internacional en el Centro Nacional de Bioquímica.

«Una de las mejores»

Casado y padre de una hija, abuelo a sus 76 años. Autor de diez patentes, director de 38 tesis doctorales, sus investigaciones se cuentan por decenas (unas doscientas) y los libros que ha publicado, en solitario o en compañía de otros colegas, rozan la sesentena. Hoy, sus pesquisas se dirigen a promover la primera vacuna con ADN español, un fármaco donde tiene puestas sus esperanzas, como confirma en entrevistas y corrobora su amigo valenciano: «En esa conferencia ya nos contó que estaba muy esperanzado en la vacuna, cree que puede ser una de las mejores a nivel mundial». Sí, quién lo iba a decir: los caminos de la vida son inescrutables, como esos senderos que ambos amigos solían transitar en el Pirineo. Unas excursiones que empezaron en los veranos todavía durante la carrera («Sin un duro, viajando en tren con aquellas tiendas de lona», se maravillaba Enjuanes en su charla), y que retomaron años después cuando compartieron empinadas caminatas por el valle del Ésera. Encuentros esporádicos, como los que mantiene con sus antiguos compañeros (las bodas de oro de su licenciatura, antes las de plata) y que sirven para alimentar la vieja amistad, irrompible, como su cariño a sus raíces valencianas.

No, no está nada mal. Una vida repleta de éxitos que coronaría esa vacuna que prepara, siendo lo que siempre fue, un pionero leal a la idea motriz de toda su trayectoria. La idea de precisión.

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