«La primera ola fue un sprint y ahora es una carrera de fondo»
La batalla se libra en las UCI ·
La UCI desde dentro. Sanitarios del hospital Arnau combaten el virus desde la trinchera más dura: «Llegas a casa reventado, pero merece la pena»La batalla se libra en las UCI ·
La UCI desde dentro. Sanitarios del hospital Arnau combaten el virus desde la trinchera más dura: «Llegas a casa reventado, pero merece la pena»El ritmo de trabajo de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) es frenético y visitar una de estas salas de cualquier hospital valenciano, sobrecogedor. Los pitidos procedentes de un sinfín de monitores, con distintas cadencias e intensidades, el sonido de las máquinas de oxígeno y el continuo ir y venir de profesionales sanitarios, desviviéndose por sus pacientes, es una constante. El Covid-19 ha puesto a prueba a los especialistas que han visto más de cerca las trágicas consecuencias que el virus puede provocar, y su respuesta ha sido vocacional. LAS PROVINCIAS ha podido comprobarlo, bajo estrictas medidas de seguridad, sobre el terreno, en la UCI del Hospital Arnau de Vilanova de Valencia, donde Federico, Mari Carmen, Juan Carlos, Daniel, Tina, María José, Juan, Andrea y el resto del equipo combaten el coronavirus en la trinchera más dura.
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«¿Tú sabes lo que es ayudar a la gente?», pregunta de forma retórica Juan Carlos, técnico de rayos. «Es una maravilla y llegas a casa reventado, pero merece la pena. Llevo 23 años, pero como esto no había visto nada», añade mientras recuerda el comienzo. «En marzo lo pasamos muy mal, no teníamos el equipamiento que disfrutamos ahora. Íbamos con mucha incertidumbre».
«Si lo piensas mucho al final no vendrías a trabajar», señala Daniel, celador. «Aquí tienes que venir, protegerte lo máximo posible, y si lo pillas lo has pillado», se resigna mientras echa una mano a los compañeros, aunque su trabajo se centra en el servicio de Urgencias.
Y es que en la situación actual, con el progresivo goteo de nuevos ingresos, sobre todo de pacientes Covid, cualquier ayuda es bien recibida. «Se nos va a llenar seguro, pero no va ser tan duro como la otra vez que íbamos a cama caliente, salían o se morían y volvíamos a llenar las camas», augura María José, técnico de cuidados auxiliares de enfermería. «La primera fase fue muy, muy dura. Yo pasé la enfermedad. Y ahora la sensación es de 'déjà vu'», agrega Juan, médico. «La primera vez fue como un sprint, se paralizó todo dentro y fuera y sólo nos dedicábamos a los Covid. Esta vez será como una carrera de fondo», agrega Andrea, intensivista.
Juan cree que esta segunda ola «se veía venir, no porque seamos expertos epidemiólogos, sino porque ya ha ocurrido en otras epidemias como la gripe del 18 o la gripe A. Pensamos que no se ha hecho lo suficiente para prepararnos para la segunda ola. Hay muchas formas de gestionar esto, pero ninguna pasaba por no hacer nada. No faltan equipos de protección, ni material, ni respiradores, al menos de momento. Pero echamos de menos recursos humanos, personal», añade.
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En esta línea, Federico Peydró, jefe de la UCI, subraya que los respiradores y demás dispositivos «son una herramienta muy importante, pero no salvan de por sí. El personal médico es el que salva».
Ya fuera de las instalaciones del Arnau, Marisa Blasco, presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Intensiva, Crítica y de Unidades Coronarias (Sovamicyuc), recuerda cómo la incertidumbre inicial de principios de año dio paso a la preocupación primero y al miedo después entre el personal sanitario. «Pasamos muchas fases en poco tiempo», de la lejanía inicial, cuando sólo llegaban noticias de China, a un momento en el que cundió el pánico. «¿Seremos capaces de afrontarlo? ¿Tendremos recursos humanos y capacidad? nos preguntábamos. Y de repente, se llenaron las UCI. Cada hospital tenía cuatro o cinco ingresos diarios, hacíamos mucha actividad mecánica y como estaban tan mal a nivel respiratorio se intubaba prácticamente a todos los pacientes», añade, mientras recuerda con mucha emoción los aplausos que recibían cada día o el duro momento de perder al primer paciente. Y no se olvida de los compañeros: «Los intensivistas, sin el resto de profesionales que nos apoyan, no somos nada».
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