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«Codo con codo». La frase pertenece a la fase final de la intervención con que selló su participación Francisco Jódar, exalcalde de Lorca cuando ... la localidad murcia sufrió un espantoso terremoto en mayo de 2011. Se refería con esa expresión coloquial a la conveniencia de que en caso de catástrofes semejantes, como la que sufrió su municipio con la dramática pérdida de nueve vidas humanas, o como la que devastó Valencia el 29 de octubre, se fije como prioridad aparcar egos entre los responsables de partidos e instituciones. Procurar el mayor consenso posible al margen de la disputa ideológica como receta fundamental para volver a la normalidad. Y otro consejo que también ofrecieron el resto de participantes en la jornada organizada por LAS PROVINCIAS: fomentar el papel de los municipios como actores decisivos para poner de nuevo en pie la zona cero.
¿Se escarmienta en cabeza ajena? El refranero español lo pone en duda, pero en realidad la mayoría de intervenciones durante la mañana de ayer en el auditorio de Fundación Bancaja lo fue desmintiendo. Esa fue de hecho la conclusión unánime alumbrada durante el panel de expertos en que participó Jódar, junto a especialistas en la prevención de esta clase de desgracias así como en la organización de una respuesta política y social que ayude a recuperarse a las comunidades devastadas por la dana valenciana o, por citar otro caso análogo, la riada que inundó Centroeuropa el 2021.
De aquella catástrofe sacaron unas conclusiones iluminadoras Eveline Lemke, ministra entonces del estado de Renania-Palatinado, el más dañado por el desbordamiento del río Ahr, y Ferdinand Diermanse, neerlandés y experto en la ordenación del territorio en zonas inundables. Ambos esgrimieron un argumentario compartido: la necesidad de un discurso único desde las instituciones en caso de contingencias tan graves, implantación posteriormente de mecanismos más racionales en la ocupación de las regiones devastadas y una reacción eficaz que mejore el modelo de emergencias: en Alemania, como en Valencia, el mensaje de aviso llegó tarde y fue además deficiente.
Un mensaje similar al que trasladaron el resto de comparecientes, como Mliguel Ángel Morcuende, responsable del organismo canario de emergencias que dirigió la lucha contra la erupción volcánica de la Palma en septiembre de 2021. Morcuende también apeló a esa idea central de mejorar la coordinación institucional al margen del color político de sus dirigentes, igual que insistió en una idea que luego harían suya otros participantes: que se mejore la formación ciudadana y se escuche la voz de los municipios. Los ayuntamientos, entidad más cercana al ciudadano, deberían alcanzar un protagonismo superior en la hora presente, mientras avanza el proceso de reconstrucción: así lo observó también durante la intervención posterior Vicente Mompó, presidente de la Diputación, igual que había enarbolado una pretensión parecida el conseller Francisco José Gan, quien inauguró la cita detallando la estrategia de la reconstrucción en conversación con Jesús Trelis, director de LAS PROVINCIAS.
Una intervención, por cierto, interrumpida en varias ocasiones por los aplausos del público que llenaba la sala. Fue su manera de rubricar las palabras del zar de la reconstrucción, a quien el Consell de Carlos Mazón concede el papel central en la respuesta de la Administración frente a la catástrofe. Una especie de mando único, contestado por la existencia de figuras similares en otras administraciones, que fue otro de los consejos ofrecidos por los participantes en la jornada: ese continuo llamamiento a evitar que se solapen distintos niveles institucionales en la toma de decisiones. Una sugerencia combinada con otra recomendación que enarboló, vista su triste experiencia al respecto, el exalcalde de Lorca: eliminar en lo posible las trabas burocráticas.
¿Y cuál sería ese papel protagonista que deberían acumular los ayuntamientos de la zona cero? Gan Pampols apuntó hacia la necesidad de que se procuren los mecanismos de manera que puedan ejecutarse desde el nivel local los 1.745 millones de euros para infraestructuras» y alertó: «No puede ser que los fondos del Gobierno sean un regalo envenenado para los ayuntamientos». Y los directamente apelados, los alcaldes de la zona cero que participaron en otro de los paneles, aún fueron más lejos: Sus principales peticiones (mejorar la respuesta de los servicios públicos reclamar mayor agilidad en las obras hoy en marcha) se sumaron a esa queja coincidente. Desde Aldaia, Massanassa, Albal, Paiporta, Catarroja y Utiel lamentaron las trabas normativas para ejecutar la reconstrucción, que fue un argumento enarbolado igualmente por Vicente Mompó durante su intervención: «En los momentos de caos los alcaldes son los políticos que sí saben cuál es su competencia». El presidente de la Diputación, defensor como los demás comparecientes en ese discurso colectivo de búsqueda del máximo consenso («Hay que ir todos a una»), ofreció además un espacio para un futuro más luminoso en la zona cero, aunque evitó concretar plazos. Por el contrario, Eveline Lemke sí fue más optimista al respecto: cuando habló de la situación actual de aquella Alemania, lanzó un rayo de luz. «Hope is back», anunció. La esperanza ha vuelto.
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