La próxima selectividad mantendrá las facilidades que trajo la pandemia

El punto en común de todos los exámenes -el aspirante hace cinco en la parte obligatoria y un máximo de cuatro en la opcional- es que se seguirá aplicando la flexibilidad que llegó en 2020 como consecuencia de la pandemia. Será su cuarto curso consecutivo de vigencia, y permite que en todas las pruebas los estudiantes puedan elegir cualquier ejercicio planteado, una forma de facilitar la máxima nota posible y que se justifica en una cuestión de igualdad de oportunidades y por la llegada del nuevo modelo.

La estructura de cada convocatoria viene regulada por una orden ministerial de obligado cumplimiento para las comunidades autónomas. Y esta establece que aunque la presencialidad en las aulas ya es total y no rigen medidas extraordinarias, «el alumnado que realizará la prueba ha cursado gran parte de su escolarización con restricciones y ha tenido que sortear dificultades que deben seguir teniéndose en cuenta a la hora de diseñarla». De ahí que se inste a mantener las características que se vienen aplicando en los últimos años «con el objetivo de evitar incertidumbres en la comunidad educativa y solventar posibles situaciones de desigualdad entre el alumnado que debe realizar este modelo de prueba por última vez en el presente curso y los que lo hicieron en las convocatorias inmediatamente anteriores».

A modo de ejemplo, en el examen de Historia de España, que se centra en los siglos XIX y XX, se presentan cinco apartados con un total de diez ejercicios, dos para cada uno: descripción de fuentes utilizadas en los textos planteados, identificación y contextualización de las ideas principales, definición de conceptos, preguntas de desarrollo y cuestiones de respuesta más sintética. El alumno puede escoger cualquiera de los diez, incluso ir alternando entre siglos en función de los contenidos que mejor domine. Por contra, con la estructura previa a 2020 había dos opciones diferenciadas, también con cinco cuestiones cada una -calcadas a las actuales- para cada época. Pero era obligatorio apostar por la A o por la B.

Otro ejemplo llamativo, por ser el que mayores opciones de respuesta da al alumno, es el examen de Historia de la Filosofía, que planteará 16 preguntas organizadas en tres bloques: ocho basadas en cuatro textos de otros tantos filósofos -se eligen dos-, cuatro para desarrollar una idea del pensamiento de uno de los autores propuestos -se escoge una- y cuatro para explicar brevemente algún aspecto de su obra -una-. En 2019 el examen se componía de dos opciones con cuatro preguntas cada una, obligando al alumnado a decantarse por una u otra.

Consecuencia o no de la máxima optatividad, lo cierto es que la medida ha coincidido con registros de récord en las notas de selectividad, exactamente las referidas a la fase obligatoria, que se extraen del promedio de los resultados de todos los que se presentan. Aunque es cierto que la tendencia ya iba al alza, las calificaciones de 2020 (6,67 sobre diez), 2021 (6,855) y 2022 (6,647) son las más altas de la serie histórica.

Los alumnos conocerán su nota de acceso a la universidad el 16 de junio a partir de las 13 horas, y la preinscripción para cursar un grado en una universidad pública se iniciará el día 19, prolongándose hasta el 7 de julio. Este proceso, que consiste en la asignación de plazas de nuevo ingreso por concurrencia competitiva, será único, participando también aquellos que se presenten a la selectividad extraordinaria de julio. Eso sí, los de la ordinaria tendrán prioridad en la adjudicación aún teniendo menos nota. Los estudiantes sabrán en qué grado han entrado el 14 de julio. El siguiente paso será la formalización de la matrícula, cuyo calendario ya depende de cada universidad.

La selectividad no desaparecerá en 2024, pero sí cambiará sensiblemente al llegar el modelo que se deriva de la Ley Celaá, que el curso que viene culmina su implantación afectando a los cursos pares. La estrenarán los que ahora enfilan la recta final de 1º de Bachillerato, que ya trabajan con temarios, asignaturas y metodologías de la Lomloe.

En teoría los exámenes serán más competenciales, con ejercicios que requerirán de más tiempo de reflexión para la aplicación de los conocimientos adquiridos y en los que ganará peso la información gráfica (como imágenes o tablas).

De la prueba piloto realizada el pasado marzo se desprende que también tendrán más presencia las preguntas de respuesta cerrada o semiconstruida (tipo test o de relacionar conceptos) o que se darán pistas al alumnado, como las fórmulas a utilizar para algunos ejercicios matemáticos. También cambian los criterios de corrección y la duración de las pruebas, que pasa a ser de 105 minutos en lugar de 90. Además, entre las asignaturas de la fase obligatoria los alumnos podrán elegir entre Historia de España o Filosofía.