![«No queremos caridad, ofrecemos calidad»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/07/03/Imagen%201468377977.jpg)
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Parece que todavía no se acaben de creer su éxito; quizás sea porque antes incluso de pensar en ganar dinero con un negocio lo que pretendían era dar trabajo a gente invidente. Ahora están en Lanzadera, aprendiendo a ser empresa, a vender zapatillas y ... a que la gente las compre no sólo porque tengan un fin social, sino porque sean un buen producto. Roberto Mohedano, Aitor Carratalá y Diego Soliveres cuentan su historia con la emoción intacta que les animó hace cuatro años a iniciar una aventura que empezó en un equipo de fútbol para ciegos.
-Os definís como la empresa más normal del mundo.
-Aitor Carratalá. Fue el primer claim, pero es que en realidad empezamos como un hobby. Roberto y yo estábamos en la universidad, éramos amigos y comenzamos por las tardes a diseñar unas zapatillas. Los primeros compradores fueron amigos y familiares y como los dos estábamos en un equipo de fútbol para ciegos, yo como entrenador y él como guía, decidimos llevarles algunos pares a ver si nos las compraban también ellos. En ese momento nos dimos cuenta de cómo los ciegos eran capaces de conocerlas a través del tacto, incluso mejor que una persona que las podía ver.
-¿Cuál fue tu papel en aquel momento, Diego?
-Diego Soliveres. Yo estaba en el equipo como jugador, y les explicamos cómo podía ser el diseño y qué atractivo podía tener para los ciegos. Cuando se presentaron al concurso de emprendimiento social me pidieron ayuda para defenderlo ante el jurado. Y ganamos.
-Roberto Mohedano. En aquella época ganábamos premios, pero sólo eso, porque no sabíamos vender.
-¿Por qué teníais tan clara vuestra implicación con el mundo de la discapacidad?
-Roberto Mohedano. No es la causa por la que llegamos allí, pero casualmente los tres tenemos discapacidad y esa circunstancia nos ha unido de verdad sin buscarlo; yo soy trasplantado de riñón, Aitor tiene fibrosis quística y Diego es ciego.
-Diego Soliveres. Probablemente estábamos en el lugar adecuado en el momento adecuado.
-En cuatro años habéis logrado el éxito. ¿Os ha dado tiempo a daros cuenta de los logros?
-Roberto Mohedano. Yo creo que sí hemos sido conscientes. Por ejemplo , cuando calzamos a los paralímpicos en Tokio lo vimos como una recompensa por todo el esfuerzo de estos últimos años.
-¿En qué momento os distéis cuenta de que Timpers era algo más serio?
-Diego Soliveres. Aún se me ponen los pelos de punta porque este es un caso muy particular en el que nace antes el propósito que la propia empresa, porque teníamos claro que lo que queríamos era demostrar que Timpers podía ser rentable, hartos de las barreras y estereotipos que existen sobre la discapacidad en el mundo social y laboral. Y cuando han llegado las primeras contrataciones... Cerramos el círculo.
-¿Creéis que esa función social debe ser obligatoria para las empresas en el futuro?
-Roberto Mohedano. Ahora mismo, aquella empresa que no tenga unos valores muy marcados en este sentido está abocada al fracaso. Sin ir más lejos, aquí tenemos el gran ejemplo de Roig.
-Pero, además, vendéis zapatillas.
-Aitor Carratalá. Eso lo tenemos que tener claro, que si no vendemos zapatillas... Además, nosotros no queremos caridad, queremos calidad, porque con la caridad no consigues que la empresa viva.
-¿Cómo definiriáis las zapatillas Timpers?
-Roberto Mohedano. Son zapatillas de muchísima calidad, hechas en Alicante, en las que se cuida mucho la sostenibilidad en los materiales y luchamos para que la gente repita, se compre otro par y nos recomiendo.
-¿Cómo veis el futuro?
-Roberto Mohedano. Tenemos ocho empleados (contándonos a nosotros) y nos gustaría llegar a cien. Aún nos sigue costando encontrar la rentabilidad, aunque parece que estamos en el camino correcto. Pero el objetivo es cambiar la percepción de la gente respecto a la discapacidad.
Diego Soliveres. La discapacidad siempre suma y para nosotros no se trata de incluir ni de integrar, sino de normalizar.
Aitor Carratalá. Timpers no es más que un altavoz para que otro tipo de empresas vean que contratar personas con discapacidad enriquece y no resta.
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