Asesinado por ETA el 15 de enero de 1992, Manuel Broseta Pont fue un español y un valenciano excepcional, que dedicó su vida a defender los intereses de España, partiendo de la defensa de los intereses de la Comunidad Valenciana a la que tanto amaba ... y a la que dejó un importante legado intelectual, expuesto a lo largo de sus artículos periodísticos, donde reflexionaba sobre lo que debía ser España y nuestra Comunidad. Así lo expresó en 1977 al escribir: «No se trata de "separatismos" inútiles ni de destruir el Estado que se quiere y debe respetar. Se trata dentro de España, de reconocer el derecho de las regiones a asumir su propio gobierno, a decidir por ellas mismas, y no desde fuera de ellas, cuál debe ser la solución de sus problemas políticos concretos».
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Pienso que, treinta y dos años después de su muerte, ha llegado el momento de reivindicar su memoria, para que nunca se olvide por el paso del tiempo. Todos los prohombres de la historia de España tienen su reconocimiento público en las ciudades donde sus vidas fueron ejemplo público de sus virtudes. D. Manuel Broseta Pont, maestro del buen hacer y de la prudencia política, entregó su vida por defender la libertad, la democracia y la paz social; fue un ejemplo constante de convivencia y de tolerancia. Y fue uno de los políticos que trajeron la democracia a nuestra Comunidad y a España.
Por eso me dirijo principalmente a la sociedad civil de la Comunidad Valenciana, pero también a las instituciones públicas, en especial al Ayuntamiento de Valencia y a la Generalitat Valenciana: a la primera, para que defienda su memoria como él defendió nuestros derechos; y a los segundos para que, en su caso, apoyen la iniciativa de ese pueblo valenciano que D. Manuel Broseta Pont defendió hasta con su vida.
En la ciudad de Valencia, un pequeño monumento, un monolito, se alza en el lugar de su muerte, donde cada año se le rinde homenaje con una ofrenda floral. Además, la estación de metro "Facultats-Manuel Broseta" lleva su nombre, al igual que el departamento de Derecho Mercantil de la Facultad de Derecho y la plaza del Campus dels Tarongers de la Universidad de Valencia.
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Sin embargo, creo que, además, su figura merece ser reconocida también en un lugar singular de Valencia, como centro de la Comunidad y ciudad donde vivió, ejerció su profesión de abogado y como catedrático de Derecho Mercantil y donde desarrolló su vida política. Ese lugar emblemático, sin perjuicio del que elija el Ayuntamiento, podría ser la Glorieta o la Alameda de Valencia, que llevara su nombre y donde se erigiera una estatua en su recuerdo, para que todas las generaciones lo tengan presente.
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