Urgente Óscar Puente anuncia un AVE regional que unirá toda la Comunitat en 2027
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se asoma desde una ventana del Palau. EFE

El regalo envenenado de salir por departamentos

El deseo del Consell de desescalar por áreas deja todas las macrozonas diseñadas por la Comunitat sin poder cambiar de fase

m. hortelano

Sábado, 9 de mayo 2020

«Sánchez tiene la cruz hecha, sólo elige el momento en que marca la X». La frase resuena con asiduidad por los antiguos muros del Palau de la Generalitat cada vez que las cosas con el Gobierno central se tuercen, quizá creyentes de que el ahora presidente del Gobierno nunca pone a cero su memoria de traiciones orgánicas pasadas. Lo cierto es que con cruz o sin ella, siete de cada diez valencianos no verán relajado su confinamiento a partir de mañana porque los departamentos de salud de los que dependen sus municipios no han logrado pasar a la fase 1.

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Nadie en Presidencia se esperaba el revés que materializó el reality show en el que se acabó convirtiendo el pase de fase televisado. Cuando Fernando Simón y el ministro Salvador Illa salieron a anunciar el nuevo reparto de libertades, en el Palau ya cruzaban llamadas con la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera, y habían despachado con el propio titular de Sanidad para mostrar su desacuerdo. Pero el diálogo de Puig se convirtió en un frontón. El Gobierno, apelando a los criterios técnicos y epidemiológicos, las devolvía todas, según fuentes de la negociación.

Y así, de repente, del optimismo con el que el que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, cerró la semana pasada («convencido de que la Comunitat pasará de fase esta semana») se pasó al catastrofismo. En unas horas se dio cuerpo al relato victimista y se afinó el mensaje contra el Gobierno, conscientes de que las expectativas generadas en una comunidad que ha querido ser ejemplo de buena gestión del coronavirus podían desvanecerse por un dígito de diferencia. El que va de la fase a la 1.

El agravio fue, por supuesto, teatralizado por la consellera de Sanidad, Ana Barceló, que no por Puig, por aquello de la lealtad institucional. Más allá de un tuit, el jefe del Consell ayer tampoco comentó la jugada, «enfadado y decepcionado», dicen en su entorno. Tampoco buscó la complicidad con la oposición, ardua de sumarse a la búsqueda de un culpable. Y es que en esta ocasión, la llamada la orden del Consell no ha logrado traspasar las fronteras de la Comunitat hasta los despachos de Moncloa.

En el Palau han decidido optar por extender el imaginario de que la gobernabilidad de España pivota sobre tres comunidades: la vasca, la catalana y la madrileña y, el resto, se van utilizando como comodines para adecuar el equilibrio territorial. «Se ha buscado un peón sacrificable con tamaño suficiente y de signo socialista para compensar el resguardo de madrileños y catalanes», aseguraban ayer altos cargos para justificar la fase cero. Sin embargo, la falta de datos ofrecidos tanto por la Conselleria de Sanidad como por el Gobierno de España, que han decidido no mostrar los indicadores que la Comunitat pasó como muestra de que está preparada, desdibujan esa justificación.

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En el Consell ayer no escondían su malestar con el Ejecutivo central y su manera televisada de «repartir frustración» entre el 50% de los españoles. Pero lo cierto es que a partir de mañana la Comunitat vivirá a dos velocidades. Las de las distintas fases en que se han repartido los 24 departamentos de salud. Una petición repetida hasta la saciedad por el Consell y que ha acabado siendo un regalo envenenado para el Gobierno valenciano. El Consell quería desconfinar por departamentos y Sánchez se lo concedió, pero dejando los grandes núcleos de densidad de población fuera porque tienen «problema de transmisión» del virus. Ya lo había dicho el presidente del Gobierno la semana pasada: su opción era la provincia que, era además, lo que conocían los ciudadanos. Pero el Consell remó a contracorriente en su plan. Y de los grandes macrodepartamentos en que agrupo las áreas, ninguno obtuvo el pasaporte a la nueva normalidad. Ahora el Consell debe resolver el sudoku de la movilidad entre áreas. Otras regiones como el País Vasco han salido en bloque y para la fase uno ajustarán restricciones. Geopolítica.

Lo cierto es que la situación en la que queda la Comunitat se torna complicada. Fuera del reparto de fondos económicos del Covid porque «afortunadamente» el nivel de la pandemia no lo requirió, y fuera de la desescalada porque «los datos de transmisión» no lo permiten. Lo peor de cada opción en un escenario complicado para Puig.

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