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SR. GARCÍA
Reinventados o en el abismo

Reinventados o en el abismo

La pandemia pone a prueba el tejido empresarial y tambalea sus cimientos | El textil se reconvierte para producir mascarillas mientras que otras actividades se encuentran en la cuerda floja

Domingo, 24 de enero 2021, 00:10

El revés del coronavirus en el terreno económico ha sido contundente y, en algunos casos, casi letal. Miles de autónomos y pymes de la Comunitat se encuentran en la cuerda floja y tratan de sobrevivir a una crisis que aún a día de hoy no se sabe cuándo remitirá. Y es que, las incertidumbres son diversas. La primera de todas es evidente: cuándo se conseguirá la inmunización ante el virus y, por tanto, se eliminarán las restricciones y se volverá a la normalidad. Tal y como destaca el estudio BBVA Research, de cara a 2022, una vacunación «rápida, efectiva y masiva», que permita relajar las limitaciones a la actividad económica y la movilidad, junto al impacto de los recursos ligados a los fondos europeos y la política fiscal expansiva, favorecerán, a partir de la segunda mitad de 2021, el aumento de las inversiones y el consumo, así como la recuperación del turismo.

Precisamente, este informe destaca el sector turístico como clave para que la Comunitat empiece a remontar a mediados de este año si la pandemia lo permite. En ese sentido, prevé que el PIB de la Comunitat crezca un 5,9% este año, el tercer mayor incremento por detrás de Baleares (+10,3%), Canarias (+8,1%) y al mismo nivel que Cataluña. Estas autonomías superarán el crecimiento medio en el conjunto estatal, que se situará en el 5,5% en lugar del 6% previsto en el último informe de octubre.

Sin embargo, la reactivación del turismo se antoja aún lejana, tal y como indican distintas fuentes del sector, que alertan de la necesidad de un plan de ayudas directo para evitar el cierre de numerosas empresas. La restricción de los desplazamientos ha torpedeado el corazón de este mercado que ha tratado de capear el temporal con el turista nacional y luego sólo con el valenciano después de que el Consell estableciera el cierre perimetral. En la misma tesitura se encuentran la hostelería y el comercio tradicional, especialmente impactados por las limitaciones. No obstante, otras actividades con gran peso en el tejido productivo valenciano no están exentos del golpe pandémico. El calzado se desplomó un 25% y el campo perdió 570 millones de euros, por ejemplo.

Por contra, otras industrias han podido amortiguar la caída gracias a que su propia actividad les ha permitido reinventarse y adaptarse a las nuevas demandas que han surgido con el virus. Un caso es el de las empresas de textil que se han lanzado a producir mascarillas y equipos de protección. Por otro lado, el sector alimentario, al tratarse de una industria de primera necesidad, ha sobrellevado mejor la crisis.

Turismo

Este sector ha sido la primera víctima de la pandemia en términos económicos. Desde hoteles hasta agencias de viaje, pasando por guías turísticos y hostelería han sufrido un batacazo en su actividad. Uno de los datos más desoladores de la factura que ha dejado el coronavirus es que 750 de los 800 establecimientos hoteleros en la Comunitat están cerrados, es decir, casi el 95% del total. La ocupación se sitúa en poco más del 10%. Las pernoctaciones registran una caída acumulada hasta noviembre del 70%.

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Calzado

El calzado valenciano se ha desplomado un 25% hasta octubre, según los últimos datos del INE. No obstante, la producción industrial no sufrió un batacazo de las mismas consideraciones y disminuyó un 8,3% mientras que en estas empresas lo hizo un 28,7%, ocho puntos menos si se tiene en cuenta la tasa anual corregida de efectos estacionales. España es el segundo fabricante de calzado de Europa y la Comunitat Valenciana la autonomía que más produce en el país, con una especial presencia en la provincia de Alicante, y por ello preocupan los datos acumulados de los últimos meses. En el conjunto del Estado el retroceso anual es incluso mayor y roza valores del 30%.

Comercio

El confinamiento, las restricciones de limitación de aforo y el miedo generalizado también han tenido su repercusión en el comercio. La patronal autonómica del pequeño comercio valenciano, Confecomerç CV, asegura que la caída de facturación en el sector alcanza el 60%, principalmente en los de equipamiento personal, lo que hace inviable la continuidad del 45% de los negocios en la Comunitat Valenciana tras las últimas medidas que obligan a cerrar a las 18 horas, según indica la organización. Además, en Navidad las cifras cayeron un 25% y las rebajas tampoco han remontado.

Hostelería

Las cifras de la hostelería son desoladoras. El Estudio de Impacto Económico de la Hostelería y el Ocio señala que la facturación media es de un 19,7% tras las últimas restricciones. Es decir, el volumen de ventas ha caído un 80,3% y el gasto medio mensual es de 9.674 euros, lo que supone unas pérdidas acumuladas de casi 100.000 euros para cada pyme desde el inicio de la pandemia, según el informe. En lo que respecta a sólo la actividad hostelera, la facturación con respecto al mismo período del año anterior es de un 22,9%, su plantilla está por debajo del 40%, sus pérdidas mensuales se sitúan en 7.500 euros y el 88,2% de las pymes asegura que no puede hacer frente a estos números más allá de marzo.

Teresa sirve en la terraza cuando permitieron la apertura del ocio nocturno. JESÚS SIGNES

«Con los ahorros que tengo no sé cuántos meses aguantaré»

El Café Carajillo, ubicado en la plaza Xúquer, sólo ha cerrado dos veces en sus 41 años de vida. Una pandemia mundial ha sido la causa en ambas ocasiones. Teresa Timoteo, segunda generación del negocio, lamenta la decisión del Consell de cerrar la hostelería sin acompañarlo de unas ayudas inmediatas para el sector. «Con los ahorros que tengo no sé cuántos meses aguantaré», afirma. La joven critica que desde la Generalitat «se criminalice» al sector del que dependen miles de familias. En su caso, afronta unos gastos fijos de hasta 4.000 euros al mes. «Esos gastos seguirán ahí pese a estar cerrados», indica la profesional, que tiene a dos de sus empleados en ERTE.

Metal

Los sectores más industriales tampoco están exentos de sufrir el golpe de la pandemia. Las empresas metalúrgicas valencianas, que llegan a 3.000 firmas en la Comunitat, han tenido que lamentar una caída de la facturación del 18,4% en el tercer trimestre de 2020, unos meses en las que parte del tejido productivo comenzaba a recuperarse. Esto ha conllevado la pérdida de 6.634 empleos de los casi 200.000 que representa, según la Federación Empresarial Metalúrgica Valenciana (Femeval). El presidente de la patronal, Vicente Lafuente, destaca que el próximo año, pese a las diversas incertidumbres, se espera que se vuelva a «una relativa normalidad», en especial a mitad de 2021.

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Agricultura

El campo valenciano perdió en 2020 unos 570 millones de euros, según el informe anual de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ofrecido por su presidente, Cristóbal Aguado, quien califica el ejercicio pasado como «negativo» por las consecuencias derivadas de la pandemia, adversidades meteorológicas y la continua caída de rentabilidad en las explotaciones. La pandemia ha frenado en seco iniciativas que venía planteando el sector agrario ante la Administración, a la que responsabiliza al mismo tiempo de buena parte de la paralización, poniendo como ejemplo la ausencia de desarrollo de la ley de Estructuras Agrarias o la ineficacia de la ley de la Cadena Agroalimentaria.

Mueble

El mueble valenciano no ha sido ajeno a la crisis económica derivada del coronavirus. Un 60% de los comercios han vendido menos que en 2019 frente al 16% que ha mantenido la cifra, según indica Comerçmoble. Tal y como explican desde la patronal, en 2020 se paralizó el sector durante los dos meses de confinamiento porque la venta online no cubrió las necesidades. «Después, fruto de una verdadera necesidad, la gente se dio cuenta de cosas que tenían que cambiar en el hogar y salió a comprar y se concentraron las ventas en dos o tres meses, entre mayo y julio», indican desde la organización, que insiste en reivindicar que aún están a la espera de que Sanidad les catalogue como esenciales.

Alimentación

El sector alimentario es uno de los que se ha mostrado más invariables ante el golpe del coronavirus y que, incluso, creció ligeramente durante los meses de confinamiento domiciliario. Aunque no hay datos oficiales de ventas en la Comunitat, desde la Asociación de supermercados de la Comunitat Valenciana (Asucova) aseguran que una vez pasados los meses de encierro domiciliario, las ventas se establizaron. Uno de los efectos de la pandemia en el mercado es la tendencia al alza de productos saludables y de comercio próximo, empujado, en parte, por el teletrabajo.

Cerámica

Incertidumbre en el sector de la cerámica ya que ante la coyuntura actual «no se pueden hacer previsiones en 2021», indica la patrona Ascer. «Vemos con mucha preocupación este ejercicio, en el que hay sectores y empresas muy dañados y que están en una situación muy precaria», apuntan. A su juicio, «es esencial acelerar el proceso de vacunación para evitar la expansión del Covid-19 y reclamamos que se tenga en cuenta al sector privado para acelerar cuanto antes la inmunización de la población española». Asimismo, reconocen que los últimos anuncios del Gobierno abocan al sector -que representa el 14,4% del PIB industrial de la Comunitat- «a una irremediable pérdida de competitividad».

Obra pública

Para el sector de la obra pública hay dos claves para 2021: conseguir más inversiones por parte de las distintas administraciones públicas para reactivar la economía y la materialización de los fondos europeos de reconstrucción. En este sentido, la Cámara de Contratistas de la Comunitat recuerda las bajas cifras de licitaciones de 2020, que cayeron hasta noviembre (último dato disponible) un 11% en las tres provincias valencianas, sumando 1.062 millones. Y con ejemplos como una única licitación de obra nueva en carreteras en todo el año pasado. «El balance esperado para el actual 2021 no es nada esperanzador», apunta su director, Manuel Miñes, quien recuerda la lentitud de los plazos administrativos.

Automoción

La automoción valenciana, pese a ser una industria competitiva y tecnológica, lo ha pasado muy mal en 2020. En un momento donde los desplazamientos han caído en picado, el sector, formado en torno a la factoría de Ford Almussafes, vive una situación muy difícil. El año pasado, en la planta del óvalo se produjeron un tercio menos de vehículos (235.400 frente a 345.600) y este ejercicio ha arrancado con la propuesta de un nuevo ERTE que se cerrará en los próximos días. El objetivo es ahora algo tan simple resistir hasta la llegada del verano, cuando se prevé una mejora. En este contexto, tan sólo algunas firmas asociadas con una potente internacionalización han podido aguantar el envite.

Rafael Dolz y Bernardo Cebolla, máximos dirigentes de Itera. LP

Mantener empleo en un contexto de paralización

Itera es una de esas empresas valencianas que ha nadado a contracorriente y que ha logrado, pese a ser de un sector tan golpeado como el del automóvil, no aprobar durante 2020 ningún ERTE. Tal y como señalan desde la firma, el trabajo que realiza esta plantilla es adaptar las estructuras de diferentes factorías a cada uno de los productos que tiene que producir durante un tiempo. Un proyecto que nació para Ford pero que ahora cuenta con interesados en todo el mundo, lo que les ha permitido mantener el centenar de empleos con los que cuenta, casi la totalidad en Paterna. El último logro ha sido abrir una oficina en Shangai aunque ya cuentan con otras en países como Alemania, Rumania, India y Reino Unido.

Textil

La industria textil valenciana, que tiene su epicentro en la comarca de La Vall d'Albaida y Ontinyent, ha sufrido un proceso de reconversión que le ha permitido no solo resistir a la pandemia sino también realizar contrataciones puntuales, toda una proeza en estos tiempos. Bajo el mando de la Asociación de Empresarios del textil de la Comunitat Valenciana (Ateval), las empresas, acostumbradas a hacer productos para el hogar, han comenzado a confeccionar batas, mascarillas y otras prendas sanitarias que ahora son tan demandadas.

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