![Toda riada tiene su dolorosa visita oficial](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/11/05/196000240--1200x840.jpg)
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El jueves 22 de octubre de 1982, los reyes Juan Carlos y Sofía fueron aclamados en la Muntanyeta dels Sants de Alzira; pero dos días después, en Beneixida, Manuel Fraga tuvo que retirarse porque los vecinos le echaban barro y piedras. Todas las riadas, desde muy antiguo, han tenido la correspondiente visita de autoridades; y aunque el ambiente siempre ha sido de gran dolor, impotencia y rabia, las formas de brotar los sentimientos han sido distintas en cada época. Evidentemente, no es lo mismo una dictadura que una democracia; no es igual el recorrido libre y abierto de los reyes en 2024 que la escolta armada de fusiles que tuvo el gobernador en 1864.
En la famosa riada de San Carlos, ocurrida el 4 y el 5 de noviembre de 1864, el cronista Vicente Boix se encargó de preparar un resumen de acontecimientos que se editó al año siguiente en nuestra imprenta. Gracia a ella tenemos esta imagen del gobernador civil, algunos diputados y alcaldes recorriendo los pueblos inundados. Pero hemos de fijarnos en el detalle: el orden es perfecto, están desfilando todos y los visitantes van flanqueados por un piquete de la milicia, armas al hombro. En la visita de los reyes del último domingo no faltará quien se asombre por la ausencia de gestos que evitaran las agresiones y por la falta de detenidos o identificados.
La relación de las autoridades con el poder en tiempos de riadas antiguas, fue siempre igual: una larga carta imploraba la ayuda del rey para que enviara dinero o dejara de cobrar impuestos. Solo Carlos V vio directamente, en Valencia, los efectos de una catastrófica riada: fue en 1517, cuando la inundación del 27 de septiembre causó estragos unos meses antes de su anunciada visita. Cuando el rey llegó a Valencia, fue tanta la gente que se agolpó en el puente del Real, que la obra, sin duda mal acondicionada, se quebró y causó docenas de víctimas.
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Francisco Pérez Puche
Cada siglo ha tenido al menos una riada brutal, tanto en el Turia como en el Xùquer. La de 1957 fue tan grave que requirió la visita del jefe del Estado, el general Franco, que llegó el 24 de octubre. Pero lo hizo diez días después de la inundación, cuando el acceso por la carretera de Barcelona y la calle de Sagunto ya se habían despejado. Franco, se alojó en Capitanía, decidió la puesta en marcha de la batalla del barro, y son famosas las fotos que se le hicieron en tres escenarios: el puente de Campanar, la plaza de Sant Jaume -donde está todo limpio, pero hay una barca de la Albufera como recuerdo- y unas dependencias de Astilleros en el puerto. Allí es donde saludó a refugiados y damnificados de la inundación. La foto con un anciano de la huerta se hizo célebre. Todo, como se puede comprobar, fueron escenarios controlados y seguros: en las imágenes se ve la evidente presencia de los motoristas de la guardia personal del Caudillo.
En la Pantanada de 1982 se hizo famosa la tenacidad con que el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, ingeniero de profesión, defendió la resistencia de una presa de gravedad, la de Tous, mientras un oficial de la Guardia Civil le contradecía para asegurar que se había derrumbado.
Los hechos de 1982 fueron asombrosamente rápidos comparados con los de 2024: la riada fue el día 20 de octubre y Calvo Sotelo estuvo el 21 en la zona devastada. Los reyes aterrizaron en la Muntanyeta de Alzira el día 22, donde el 8 de noviembre se posó también el helicóptero que trajo al papa Juan Pablo II. En todas las ocasiones hubo lágrimas, dolor y mucha emoción, pero no se produjo agresividad entre las autoridades y el público.
Sí que la hubo, sin embargo, en una zona tan castigada como Beneixida. El domingo, 24 de octubre, este cronista fue testigo de dos recibimientos agrios a visitantes de la política: el primero fue contra algunos incautos diputados del PSPV-PSOE que fueron abucheados porque se presentaron en la zona vestidos de traje y corbata y con unos impecables zapatos que querían salvar del barro.
Se marcharon y no hubo más cuestión. Más tensión se registró cuando Manuel Fraga, líder de Alianza Popular, se presentó en el pueblo con igual improvisación: tuvo que refugiarse en su coche y marchar porque hubo gritos y abucheos de gente indignada que no quería verle.
Hay que recordar que las elecciones generales fueron cuatro días después, el 28 de octubre. Ganó el PSOE, de la mano de Felipe González y el Gobierno dio un vuelco tras la mayoría absoluta de los socialistas.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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