Roc es un regalo para sus Reyes Magos

Los Reyes Magos de Roc no son Melchor, Gaspar y Baltasar. Él tiene cuatro, por lo menos. Es así de afortunado. A Alicia, María, Cristina y Toni se les cae la baba mientras observan plácidamente dormido al niño que este 29 de diciembre cumple justo dos meses. Raquel Vedreño sigue teniendo las ideas claras: «Le contaré todo tal cual sucedió». Que vino al mundo en la noche más trágica para una inmensa parte de la provincia de Valencia y que, de hecho, su mamá tuvo que dar a luz en el centro de salud de Silla.

«Estar aquella noche con Raquel fue un regalo», insisten los cuatro amigos de la mujer de 32 años que se puso de parto en la madrugada del 29 de octubre y, claro, fue imposible trasladarla a un hospital en Valencia. «¡Claro que fue un regalo para mí! Yo estoy acostumbrada a trabajar con mujeres... pero no en un nacimiento tan natural y en unas circunstancias tan adversas. Alguna 'loquita' no quiere la epidural y a ella le vino así, pero lo aceptó súper bien. Yo no sé si ella se enteraba de todo... ¡pero no dejaban de sonar las alarmas!», recuerda Cristina.

Ella es la matrona que vivió pegada al teléfono desde por la tarde, cuando Raquel empezó a sentir contracciones. María es amiga «de toda la vida» y participó en algo menos científico: «Me vine desde Italia a ver si podía ayudarla cuando diera a luz. El día de antes dimos nueve vueltas a la Catedral, que es tradición para que haya un buen parto». Fue, digamos, diferente; pero sí, en líneas generales fue bien.

Roc lo demuestra antes de poder iniciar la charla. Abre como platos sus dos ojitos, aún oscuros, empapándose de ese entorno que empezó a conocer hace dos meses. Pone a prueba sus vías respiratorias con un llanto a todo pulmón cuando los amigos de mamá lo pasan de brazo en brazo. «Fue un honor ser las primeras personitas que él veía», recalca María mientras se le quiebra la voz.

«Un regalo que te da la vida», subraya Alicia: «Un honor haberlos acompañado en una situación en la que normalmente no habría estado». Porque sin dana, quien habría venido de Reus para acompañarla en el parto es Irene, la prima de Raquel. Y también habría estado Jaume, anestesista en el Clínico y que más que un rey mago habría sido un ángel de la guarda para la madre: «Les decía que se vinieran, pero era imposible. Yo me quedé bloqueado en Valencia».

El cuarto rey mago es Toni. «¡Cuenta, cuenta cómo lo grababas!», le dice entre risas Cristina. «Pues así», responde él gesticulando: «Yo pensaba que no podría mirar, que me iba a desmayar. Lo veía a través de la pantalla del móvil pero ahí estuvimos grabando en primera fila. Pues eso, es un regalo, algo que no viviremos más en nuestra vida... o sí». «¡Pero en esas circunstancias no!», exclaman los cuatro al unísono, más como un deseo que a modo de pronóstico.

Los cuatro amigos se agolpan en el sofá alrededor de Raquel y Roc, que después de una improvisada toma se ha quedado al fin dormido. Ha vivido en paz su primera Navidad. «Lo hemos pasado en familia, con mis tíos y primos, con amigos. Tranquilos», explica la madre: «Le han regalado sobre todo ropa, y algún juguete...».

Raquel tiene un pequeño árbol en el recibidor como única decoración navideña: «Era mucha faena, y justo ahora que me estoy adaptando...». Ya habrá tiempo de que Roc escriba cartas expresando sus deseos, a Papa Noel o a los Reyes Magos, a los de todos los niños y a los cuatro estuvieron presentes en el parto. De momento ya hay otro regalo en camino, pero este llegará unos meses antes de Navidad. Irene, la prima de Raquel que no pudo venir desde Reus, observa sonriente la escena. Ahora está ella embarazada.

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