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R.D
Valencia
Jueves, 31 de agosto 2023
Vuela a la rutina después de las vacaciones, y por mucho que pase el tiempo, hay tradiciones que nunca cambian. Como cada fin de semana, Sergio R sale a hacer una ruta con la bicicleta y termina siempre en el mismo lugar: en el Asador El Pastoret de Náquera, el gran templo de los almuerzos en Valencia en el que ya se escucha el bullicio de decenas de personas, que como él, acuden a su tradicional e imperdonable cita con el almuerzo.
Apenas son las diez de la mañana y los camareros ya corren de un lado a otro del bar con las bandejas llenas de bocatas, sandwiches y tostadas. Esta una escena que se suele ver a diario en todas las cafeterías y bares de toda la Comunitat y que con los años se ha convertido en una tradición exclusivamente valenciana.
Este desayuno tardío o almuerzo temprano ha llamado especialmente la atención de Jill Petzinger, una periodista independiente que estuvo trabajando para BBC Travel, que ha dedicado un reportaje largo y tendido para explicar esta tradición tan valenciana que ha dejado alucinados a todos los británicos por esta costumbre tan desconocida y peculiar.
Se podría decir que el almuerzo se ha convertido en algo tan sagrado para los valencianos como la paella. De ahí, que muchos valencianos, como Sergio R, aseguren que el almuerzo es su comida preferida del día. Y ya no sólo por la comida, sino por la paz que siente en ese momento. «Disfruto observando a la gente y ver que estamos unidos por una misma tradición. Es muy bonito», asegura el cliente.
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A diferencia del tradicional bocadillo fino con jamón y/o queso común en toda España, estos maratones gastronómicos valencianos pueden llegar a medir más de medio metro de largo. La elección de los rellenos depende de los gustos de casa persona y puede incluir carne de caballo, lomo de cerdo, tocino, salchichas, huevos fritos, calamares fritos, tortilla de patatas y todo tipo de verduras recién cocinadas.
Entre las estrellas de 'l'esmorzar', destacan el tradicional 'Chivito', un bocata de lomo de cerco con tocino, lechuga, tomate, queso, mayonesa y huevo frito líquido; el bocadillo de lomo con queso o el querido blanco y negro, relleno de longaniza blanca y morcilla sobre una cama de habas salteadas. Este ritual no puede terminar sin un café solo o un cremaet a modo de postre.
Lo más bonito del almuerzo valenciano es que todos son iguales y bienvenidos y no hay protocolo ni necesidad de manteles ni servilletas, explica Jill Petzinger en su artículo. Lo única condición es que nunca jamás, este se puede confundir ni comparar con el tradicional brunch de los británicos.
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