j. batista/a. talavera/b. gonzález
Martes, 8 de junio 2021
La segunda selectividad de la pandemia arrancó ayer en las universidades públicas valencianas con el examen de Historia de España. El temor que inspiraba la asignatura, considerada una de las duras, se esfumó en cuanto los aspirantes leyeron los enunciados: eran asequibles y ... contenían la suficiente optatividad para salir del paso con nota.
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Ese es el objetivo de la mayor flexibilidad que ya se aplicó el año pasado: evitar que la suspensión de las clases, las adaptaciones curriculares o la semipresencialidad pudieran perjudicar a los alumnos, por lo que se aumentaron las opciones a elegir para alcanzar una buena calificación. Los resultados del año pasado, único espejo donde mirarse al tratarse de una media extraordinaria, no pueden ser más halagüeños: en la Comunitat la nota promedio de la fase obligatoria fue la más alta de la última década.
Las universidades valencianas establecieron diferentes protocolos para garantizar la seguridad sanitaria de los participantes. En la Politècnica de València (UPV) el acceso a las escuelas era diferente en función del colegio o instituto y se fijaron franjas horarias para evitar excesivas coincidencias. Desde las ocho de la mañana muchos aspirantes esperaban en las inmediaciones, la mayoría acompañados por familiares o profesores y visiblemente nerviosos. Llegaba la prueba de fuego para su futuro académico.
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La tensión fue creciendo a medida que se acercaba la hora, y se disipó casi de golpe una vez leídas las preguntas del examen. «Era el que más me preocupaba, pero lo han hecho muy bien a la hora de plantearlo por el hecho de que este año han habido clases semipresenciales en algunos centros, o confinamientos», señaló María Fernández en referencia a la citada flexibilidad. «Ahora estoy más tranquila para el resto de pruebas. Sé que han pensado en nosotros a la hora de elaborarlas», añadió la joven del colegio Pureza de María de Valencia. Si todo va bien cursará Psicología.
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Para Raúl Rodrigo y Elena Cortés, del IES Clot del Moro de Sagunto, también fue una prueba asequible. «Asustaba mucho, pero al leer los enunciados he visto que no era tan complicada como esperábamos. Quizá lo que más temía eran las preguntas de redacción por las faltas de ortografía«, explicó él. «Es una asignatura que a mi me cuesta muchísimo, la he llevado casi siempre a las recuperaciones pero no ha sido complicado. Si todos (los exámenes) son así irá bien la selectividad», completó ella.
Pasadas las once de la mañana las inmediaciones de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos -una de las sedes de la UPV- fueron tomadas por cientos de alumnos aliviados. Incluso sonrientes. El descanso sirvió para almorzar, intercambiar impresiones y en algunos casos para repasar la siguiente asignatura: Lengua y Literatura Valenciana.
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Es lo que hacían Cristina Moreno y Diana Cimpeán, del IES El Cabanyal. «Había muchos nervios, estábamos atacados por las dudas sobre cómo iba a ser. Ahora ya estamos más tranquilas, ya sabemos lo que hay», reflexionó Cristina. «Ha sido un alivio. Historia de España es una asignatura con mucho contenido, fechas o nombres», terció su amiga.
Muy cerca esperaban Ángela Giner y Maite Azogue, también del Pureza de María. Sus testimonios fueron una de cal y otra de arena. «Estaba nerviosa pero lo han puesto bastante asequible y me ha salido muy bien», dijo la primera. «Yo me había preparado el siglo XIX y el tema que han puesto no lo llevaba tan bien preparado», comentó la segunda.
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Al otro lado de la avenida de los Naranjos, en la Universitat de València, se veía bullicio. La zona peatonal entre Derecho y el aulario sur fue ocupada por cientos de aspirantes durante el descanso entre exámenes. Más que una aglomeración fue una concentración lógica derivada de la prohibición de permanecer dentro de las instalaciones una vez agotado el tiempo para la prueba.
En uno de los bancos repasaban Andrea Gregori y Paula Lledó, de La Encarnación de Sueca. «Nos lo habíamos preparado bien pero teníamos miedo a su dificultad, pero en cuanto lo hemos visto nos hemos calmado. La optatividad ha sido una medida muy positiva», coincidieron.
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En Xàtiva, el centro habilitado para la vacunación masiva, el pabellón Francisco Ballester, se convirtió en la sede de los 495 alumnos de la Costera. Se consideró que era el lugar adecuado para garantizar las medidas de seguridad sanitaria. Durante estos días el proceso de inmunización se ha trasladado al Gran Teatro. Además, un dron de la Policía Local vigiló desde el cielo antes de iniciarse las pruebas y al finalizar la jornada para evitar aglomeraciones en los alrededores.
Al alumnado se le tomó la temperatura -algo que no sucedió en todos los tribunales-, se establecieron varias puertas de entrada y cada centro se separó por grupos para el llamamiento. En el exterior se instalaron sesenta carpas para el descanso de los alumnos, también distribuidas por escuelas.
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La sede más llamativa fue la de Alzira, donde se habilitó la Sala Cotonera, un conocido espacio de banquetes donde se examinarán medio millar de alumnos del municipio, Algemesí, Albalat, Carcaixent y La Pobla Llarga. Se dispusieron tres salas, y otros espacios funcionan como cafetería y como zona para el tribunal.
Los estudiantes se ubicaron en largas mesas, donde cada uno tenía su lugar asignado. Y la amplitud de las salas obligó a los profesores a repetir las instrucciones varias veces para llegar a todos los alumnos aspirantes.
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