¿Qué pasaría si ocurriera una catástrofe y desapareciera el trigo de la faz de la tierra? Sería una auténtica tragedia que, además, podría ... provocar una hambruna a nivel global. Evitar hechos como este es la filosofía que ha llevado a la creación del Banco Mundial de Semillas de Svalbard, una isla del archipiélago ártico en Noruega. Esta especie de arca de Noé vegetal atesora la mayor colección de seguridad de la biodiversidad agrícola global. Conserva en su interior un millón de muestras de semillas y a partir de junio tendrá también variedades españolas. «Este material constituye la base de casi toda nuestra alimentación», explicó Luis Guasch, director del Centro de Recursos Fitogenéticos del INIA.
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Y es que un equipo de investigadores del centro ha seleccionado más de mil variedades de la colección nacional para depositarlas en el banco. Está previsto que el traslado se haga en la primera semana de junio. En el cargamento se encontrarán 21 muestras de productos propios de la Comunitat Valenciana. Según explicaron, posteriormente se harán otros envíos que incluirán otras variedades diferentes.
Según aclaró Lucía de la Rosa, investigadora del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), «no se han aplicado criterios territoriales para realizar la selección». Las muestras proceden de aquellas que los científicos del centro están trabajando desde hace varios años.
Entre las 21 piezas procedentes de la Comunitat que se enviarán a Svalbard se encuentran muestras de un cacahuete, ocho variedades de judías, un tomate, cuatro carillas (es una especie botánica parecida a la judía que en Valencia se llama 'fessol de la careta') y cinco maíces.
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Entre otras, se encuentran la 'cacahua' de El Puig de donde también procede la judía morada; el pesol de la dacsa de Muro d'Alcoi; el tomate cuarenteno de Massamagrell; la dacsa roja de Benilloba; la judía redonda de Caudiel o la bajoca de la manteca de la Sierra de Engalceran. Las muestras que se remitirán a este banco son variedades procedentes de España, país de gran riqueza en biodiversidad el ser puente entre Europa, Iberoamérica y África. Las semillas se transportarán congeladas a -20 grados centígrados. Se trata de 1080 muestras. Entre ellas se encuentran 300 cereales de invierno de las que 114 corresponden a trigo; 510 son leguminosas (189 son judías); 200, hortícolas (81 de ellas de tomates) y 108 variedades de maíces. El depósito suele ser por diez años renovables.
El centro colabora con dos entidades de la Comunitat Valenciana. Una es el Comav (Centro de Conservación y Mejora de la Agrobiodiversidad Valenciana) de la Universitat Politécnica que tiene un banco de semillas de cultivos hortícolas muy importante. La otra es el IVIA (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias). Dispone de colecciones importantes de frutales (cítricos, caqui, níspero y portainjertos) aunque de estas especies no se manda nada porque no se reproducen por semillas.
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Sólo en una ocasión se ha recurrido al Banco de Semillas desde que se puso en marcha. Fue en la guerra de Siria, cuando se destruyó el instituto que las conservaba. Hasta el momento hay 89 depositarios que han enviado muestras a Svalbard. Entre ellos se encuentran los centros internacionales de conservación vinculados a la FAO, los grandes países y la gran mayoría de estados europeos. El proyecto está auspiciado por las Naciones Unidas a través de la FAO, la organización internacional Global Crop Diversity Trust (CROP Trust), la Fundación de Bill y Melinda Gates y el Gobierno de Noruega que ha hecho de la instalación un compromiso con la conservación de los recursos fitogenéticos para poder hacer frente en caso de necesidad.
La labor del centro es remitir las semillas en buen estado y con una alta capacidad de germinación, resaltó Lucía de la Rosa «porque en el banco de Svalbard sencillamente se almacenan sin ningún tipo de tratamiento posterior».
El plan de depósito de las muestras de la colección base del CRF que va a enviar se inició hace algo más de seis años a partir de unos rigurosos protocolos ya que para que las muestra sean recientes y se conserven viables durante el mayor tiempo posible, quizá cientos de años, se requiere su multiplicación en el campo en las condiciones adecuadas sin cruces ni mezclas con otras variedades y manteniendo su identidad propia.
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El sistema español de conservación de recursos fitogenéticos se basa en un sistema de duplicados o copias de seguridad de las colecciones, De esta forma, el objetivo del CRF es «mantener las semillas vivas para lo que se establecen ensayos periódicos que monitorizan su viabilidad y llegado el caso se procede a su multiplicación o regeneración en el campo», según recalcó Guasch.
El envío de parte de la colección de semillas a la localidad noruega no supone una sustitución de este sistema de seguridad sino que constituye un mecanismo de protección adicional.
España realizó en el momento que se puso en marcha este banco una aportación extraordinaria a la FAO y esta es la primera vez que se envían estas semillas. Este acuerdo es una muestra del compromiso de nuestro país en la conservación de la biodiversidad para mejorar la resiliencia de los sistemas agrícolas y su capacidad de adaptación al cambio climático.
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