El embarcadero al fondo del pantano de Ulldecona. Irene Marsilla

Cuando la sequía pasa factura

Los negocios junto al embalse de Ulldecona sufren la falta de agua

Juan Sanchis

Valencia

Lunes, 12 de agosto 2024, 00:55

El embalse de Ulldecona se encuentra en el límite de la Comunitat Valenciana con Cataluña. Tiene la particularidad de que en estos momentos es uno de los pantanos gestionados por la Confederación Hidrográfica del Júcar que se encuentra en peor situación por la sequía. Apenas ... acumula 0,03 hectómetros cúbicos cuando su volumen total es de once lo que supone que se encuentra al 0,3% de su capacidad, según datos del organismo de cuenca del pasado 5 de agosto.

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Este pantano lleva meses en esta situación cuando hace un año almacenaba 4,40 hectómetros cúbicos y se encontraba al 40% de su capacidad. La falta de lluvias, en la Comunitat hay un déficit de precipitaciones del 52%, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), y los usos agrarios de la zona han acabado con las reservas y ahora su aspecto es desolador. Al fondo del pantano se puede ver un embarcadero de patinetes de agua tocando el fondo.

Es el lamentable estado que presenta este paraje en pleno verano cuando otros años era un foco de atracción turística con muchos visitantes dispuestos a aprovechar las ventajas de una zona con agua en Castellón. Esto es ahora cosa del pasado.

A media mañana del pasado jueves los alrededores del paraje están medio muertos. Se ve a algún ciclista que está haciendo una ruta, a algún grupo de turistas extranjeros despistado que no sabía que el pantano se encontraba en esta situación y a algunos caminantes y senderistas. Pero como reconoce el encargado de uno de los locales de la zona, Sergio Muñoz, «esto está muerto cuando hace un año a estas horas había largas colas de personas esperando subirse a un patinete para recorrer el embalse y la cabecera del río Sénia».

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Aguas abajo, el río Sénia tiene varias pozas muy apreciadas por los bañistas. También están, como el pantano, totalmente secas. Así lo señalan Alfredo y Teresa, una pareja que han subido hasta la Sénía para dar un paseo por el paraje. «Sabíamos que el pantano estaba prácticamente seco, pero no el río. Al menos pensábamos mojarnos los pies, pero ni eso. Creíamos que algo de agua había» precisa. De ahí su sorpresa ante la situación del río.

Marcial, un empleado del Ayuntamiento de La Sénia, ofrece la otra versión. «Para el paseante esta zona presenta otro atractivo. Se pueden visitar esos parajes y ver cómo están secos», destaca y añade que «en algunos se pueden visualizar grandes columnas de piedra que cuando están cubiertas por el agua no se ven», explica. Pero también reconoce que hacer la ruta y seguir el paseo paralelo al cauce no tiene sentido si no hay agua.

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«Este verano los ingresos han caído a la mitad»

«Hoy tenemos dos reservas para comer cuando lo normal este mes era tener el restaurante lleno», afirma Fernando Rubio, gerente del restaurante Font de Sant Pere. La situación ha llegado a tal extremo que han tenido que prescindir de personal. «Ayer mismo tuve que despedir a dos personas y reducir la jornada a otra. Esperamos no tener que prescindir de nadie más, pero habrá que ver cómo evolucionan los acontecimientos», indica Rubio. Como contraste, el verano pasado tenía cinco empleados más. Fernando Rubio reconoce que el hecho de que el pantano y el río se hayan secado le está haciendo pasar mal. «No sabíamos que dependíamos tanto del agua», explica.

«El pantano vacío está haciéndonos mucho daño»

V ega Prades, empleada del Molí l'Abad, un establecimiento hostelero en el embalse de Ulldecona, lo tiene claro. El visitante «viene, ve lo que hay se asusta y se va a otro sitio». «Que el pantano esté tan vacío nos está haciendo daño. Hay muchos menos turistas», afirma Sergio Muñoz, encargado de este espacio de ocio. «Si hay agua, hay gente». Y lo contrario, si no la hay, como es el caso, los visitantes tampoco se acercan.

Otros veranos el establecimiento es un continuo trajinar de visitantes y turistas. De hecho, no paran. Desde estas instalaciones se accede al embarcadero donde están ubicados los patinetes de agua y las colas para subirse en uno eran enormes. Por contraste, este año las cosas son bien distintas. A media mañana, el local está prácticamente vacío. Son apenas cinco o seis clientes en un bar donde pueden caber un centenar de personas».

En este sentido, Muñoz destaca que «trabajamos en horarios de comidas que es cuando se acerca alguien más pero durante el día el establecimiento no tiene el volumen de gente al que estamos acostumbrados en verano».

«El año pasado íbamos de cabeza por la cantidad de gente que venía. Ahora, como se puede ver, el establecimiento está prácticamente vacío», señala el responsable del establecimiento.

Y es que el pantano se ha vaciado en prácticamente cuatro meses. «Han estado suministrando agua de riego hasta que han visto que yo no podían más y se ha quedado seco», opina Muñoz.

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