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Gonzalo y Pedro narran su experiencia consumiendo setas alucinógenas. Jesús Signes

Setas alucinógenas: «Hay quien no vuelve del 'viaje'»

Drogas. Muerto tras consumir setas. El trágico final de un joven de Castellón pone el foco sobre estos alucinógenos. «Pueden provocar una alteración de tipo paranoide», explica Paco López, el presidente de Patim

Lunes, 8 de enero 2024, 00:18

¿Dónde termina la diversión y comienza el peligro? El consumo de setas alucinógenas es atemporal. Pasan los años y los jóvenes de ahora recrean a los de entonces. Buscando placer en los estupefacientes. Pero lo que empieza como una broma puede acabar en tragedia. ... Mientras el mundo celebraba la Nochevieja, Castellón se vestía de luto. Un joven perdió la vida tras precipitarse desde un séptimo piso.

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El fallecido mostró un comportamiento violento cuando empezó a experimentar los efectos de las setas alucinógenas. Después, se lanzó al vacío por la ventana de la casa, ubicada en la la avenida Camp de Morverdre.

A raíz del trágico fallecimiento del joven, el debate sobre el consumo de setas alucinógenas vuelve a estar encima de la mesa. El presidente de la asociación Patim dedicada al tratamiento de adicciones, Paco López, lo tiene claro: «Hemos banalizado el consumo de estos estupefacientes». Como recalca el experto, el consumo de setas alucinógenas se hace de manera esporádica. Fechas tan señaladas como Nochevieja u otras celebraciones están marcadas como días en los que es más frecuente que se ingieran.

Pero el momento vital en el que se ingieren es crucial para los efectos que puedan tener. «Si estás pasando por una mala racha unido a si padeces algún trastorno mental puede provocar una alteración de tipo paranoide», explica López. Incluso hay casos en los que los efectos no desaparecen cuando la sustancia desaparece del organismo. «Hay personas que han tomado setas alucinógenas y nunca han vuelto del viaje», revela el presidente de Patim.

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Sobre todo, Paco López recalca que estas sustancias se deben probar en ambientes cómodos y en los que esté presente alguien experimentado que sepa cómo actuar en caso de que haya una emergencia. Arturo (nombre ficticio para preservar su identidad) tiene 37 años. También ha jugueteado con estas sustancias. Coincide con el punto de vista del experto. «Al fin y al cabo es un tema serio. No puedes comerte unas setas como quien se come un bocadillo de jamón. Tienes que ser consciente de lo que estás haciendo», dice.

Su experiencia con las setas alucinógenas fue positiva. Pero también «porque sabía lo que hacía.». En su opinión «hace falta educación antes de consumir estupefacientes de cualquier clase». «Un cuchillo sirve para cortar o para apuñalar. Lo mismo ocurre con las setas. Puede ayudarte a sentir la realidad con mayor intensidad pero también puede perjudicarte».

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Pero, ¿qué significa tener 'un mal viaje'? El presidente de la asociación Patim de Valencia dedicada al tratamiento de adicciones, Paco López, lo define como «la incapacidad para regresar al estado normal». Esto se da puesto que la persona consumidora se expone a un gran riesgo. Lejos de que tomar setas sea una experiencia divertida, también puede conllevar a «estados paranoicos» en los que la persona puede sentir que le están persiguiendo o a estados nerviosos, como indica el experto.

«Yo controlo»

Sin embargo, muchos jóvenes no miden el peligro que puede generar el consumo de estas sustancias. Bajo el pretexto «yo controlo», ingieren estos estupefacientes. Tanteando el peligro porque todavía no se han quemado. Gonzalo y Pedro (nombres ficticios para preservar su identidad) tienen 22 y 23 años. Ya han probado en varias ocasiones esta sustancia. También las «trufas», que tienen efectos similares.

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Estas últimas se pueden comprar en las tiendas de CBD. Se venden para el autocultivo. «Detrás del paquete pone que están dedicadas al estudio micológico. Así es legal», cuenta Gonzalo. En las páginas web las ofertan por cerca de 20 euros y las anuncian como «trufas mágicas». De hecho, la descripción de estos productos prometen «proporcionar un viaje extremadamente fuerte». Eso sí, requieren un tiempo de cultivo de unos 10 meses.

«Nosotros tenemos unas 'reglas'. Siempre espaciamos el consumo unos seis meses. También nos rodeamos sólo de gente de confianza para que no haya malos rollos porque lo que hace esta droga es que todo lo sientes mucho más», cuentan los chavales. Paco López, el presidente de Patim, revela que entre los pacientes que atienden para ayudarles a desprenderse de las adicciones no suelen llegar por el consumo de este estupefaciente en particular. «Se produce en ocasiones esporádicas y la gente no se vuelve adicta como a otras sustancias como la cocaína y la marihuana», explica el profesional.

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Gonzalo y Pedro presumen de haber vivido siempre «buenas experiencias». «Tienes que saber cuándo tomarlas. Si estás mal por algo no lo hagas porque si no te lo agudiza», comentan con seguridad. Aunque uno de esos «viajes» se les quedó grabado. Quedaron a las 8 de la mañana para ingerir setas en un pueblo cerca de Valencia. Lo dicen con total naturalidad, como quien queda a desayunar un café con tostadas. «Como tarda en hacer efecto nos fuimos fumando un porro para que nos subiera antes», comentan entre risas. Pero no fue del todo bien. Robaron unas naranjas verdes de una casa de la localidad y luego decidieron subirse a un triciclo de bebé que se encontraron por ahí abandonado. «Me tiré al suelo y empecé a vomitar. Tuvimos demasiados estímulos», revela Pedro. Pero le quita importancia a ese mal trago. «Luego miré al cielo y pensé que todo era muy bonito y me puse bien», recuerda junto a su colega. Por suerte, nunca tuvieron que vivir una experiencia similar a la del joven que se precipitó de un séptimo y falleció en Nochevieja.

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