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VICENTE LLADRÓ
Sábado, 27 de febrero 2021
Ahora que tanto se lamenta el despoblamiento en vastas zonas de España y se habla constantemente de la 'Valencia vaciada', cobra renovada actualidad la iniciativa periodística de María Ángeles Arazo, que hace más de medio siglo comenzó un peregrinaje por las comarcas más al interior de la Comunitat Valenciana (entonces Región Valenciana o Reino de Valencia, muy lejos aún del actual status autonómico), para plasmar en reportajes y en sucesivos libros los testimonios de habitantes que seguían en pueblos y aldeas tan distantes, acercando al lector de la urbe costumbres y tradiciones que quedaban lejanas.
Vista con la perspectiva de hoy, la labor de María Ángeles tiene la importancia de un trabajo que, además de lo literario, tiene un gran valor etnográfico, al dejar memoria escrita de personajes irrepetibles y de modos de vida desaparecidos.
Y sin embargo, la autora, nuestra compañera entrañable, que sigue en la brecha, publicando artículos todas las semanas en LAS PROVINCIAS, no iba para periodista. Estudió Magisterio, y a los 19 años ya ejercía de maestra en el centro cultural de San José, que dirigía Jesús Sancho Tello. Allí enseñaba literatura a los mayores y lengua española a los pequeños. Pero al mismo tiempo ya escribía; sentía, casi sin esperarlo, la pulsión periodística que ha caracterizado toda su carrera ejemplar de más de siete décadas, y escribía.
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Mª Ángeles comenzó a publicar sus primeros artículos y reportajes en los modestos 'Aleluya' de la parroquia valenciana de San Juan y San Vicente. Pero no eran trabajos ceñidos necesariamente a cuestiones religiosas, sino que llevaba a aquellas sencillas páginas eclesiales noticias del barrio, testimonios de personasd e oficios diversos, entrevistas a tenderos y profesionales ... Todo un lujo, y tan buen comienzo que prometía, como así se cumplió.
Una vez definida con claridad su vocación, Mª Ángeles se fue a estudiar Periodismo a Madrid. Al regresar a Valencia entró a trabajar en el diario Levante, donde estuvo 15 años. A finales de 1968 la 'fichó' para LAS PROVINCIAS su director entonces, José Ombuena. Y aquí sigue escribiendo cada semana.
En 1967 recorrió el Rincón de Ademuz. Lo hizo acompañada de su amiga la pintora Antonia Mir, que también la acompañaría para otros libros posteriores. Con 'Gente del Rincón' empezó su serie sobre comarcas del interior, su periplo por la Valencia que comenzaba a vaciarse y adolecía de importantes abandonos, atrapando para siempre unos paisajes humanos que no volverán pero siguen vivos de algún modo porque quedaron plasmados en sus páginas. Le siguieron 'Gente del Maestrazgo', 'Gente de la Serranía' y 'Gente del Valle de Ayora'. Y entre medias 'Valencianos de la Mar', que recogió otro ámbito que también languidecía: el de pescadores, tabernas y pequeños astilleros en las playas del Cabañal, la Malvarrosa... Y allí quedaron, encuadernados para siempre el tío Gatica, el 'Quijote', Casa 'El Polit'... Fueron libros editados por Prometeo, al igual que 'El hijo que no nació' y 'La vida secreta de Ana', premio 'Blasco Ibáñez' de novela en 1973.
Entre tantos personajes de pueblos remotos, al pedirle que cite alguno que recuerde en especial, refiere una situación que es triste resumen de todo, la de «un hombre que emigró en burro hasta la frontera de Francia, pero los gendarmes galos no le dejaron pasar; le dijeron: vuelva usted a España y aprenda a leer y a escribir». Y también destaca «aquella niña del Rincón de Ademuz que vino a recibirme con flores de azafrán y me preguntó si era la maestra que esperaban, y al decirle que no, soltó las flores y se marchó en silencio».
El éxito de sus libros hizo que se abriera a escribir de otros puntos de España. Así, mientras publicaba en el periódico cientos de entrevistas y reportajes con profesores, artistas, artesanos y profesionales destacados, en las series 'Media hora con...', 'El pan ganado en la calle', 'Valencianos en Madrid', 'El arte de vivir'.., llegan otros libros como 'Superstición y fe en España', 'El libro negro de Consuegra', 'Crónicas de la España negra', y dos obras más intimistas: 'Obsesión' y 'Un instante', en prosa poética. Después vuelve a centrarse en tierras valencianas con 'El paisaje creado', 'La huella morisca', 'Gozos valencianos en el altar y la cocina', 'Valencia, gozo de los sentidos', 'Comer en tierras valencianas' y un recorrido exhaustivo por los museos de Alicante, Castellón y Valencia, plasmado en tres volúmenes. Y en el fondo de todo, el mismo impulso vital del inicio, para atrapar la Valencia que se vacía, en lo demográfico o en lo cultural o gastronómico, para dejar constancia de lo que se va. Y en ello sigue Mª Ángeles, pionera y maestra de todos, en sus columnas del periódico; como hoy mismo, en otra página de este ejemplar.
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Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Josemi Benítez
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