Aitor y Felisa, en el salón de su casa. Irene Marsilla

Esperando la silla adecuada para Aitor

El joven, que sufre una parálisis cerebral, necesita un nuevo modelo manual que ha sido denegado por Sanidad, que alega que se precisa de un justificante de su médica para autorizar su renovación

Joaquín Batista

Valencia

Jueves, 27 de abril 2023, 00:19

Aitor conoce muy bien el significado de la palabra luchar. Demasiado ha tenido que bregar para su corta edad. Tiene 20 años y una parálisis cerebral le obliga a vivir pegado a dos sillas de ruedas: una manual adaptada a sus necesidades y otra ... eléctrica, que pese a ser más aparatosa es la que le resulta más cómoda para moverse por la calle. Es su opción habitual. Pero Aitor, como cualquier joven, crece.

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La sonrisa que ya se intuye viendo sus fotos de pequeño se manifiesta con la misma espontaneidad que los movimientos involuntarios de sus brazos provocados por su trastorno. La penúltima batalla que ha protagonizado, ganada, fue una operación para evitar que por su culpa se le saliera el hombro. Y la última la está librando de la mano de su madre Felisa para conseguir que la Conselleria de Sanidad autorice la renovación de uno de los dos carros que le sirven para llevar una vida lo más normal posible. Las sillas, para el chaval, son sinónimo de libertad. De cierta libertad.

«Siempre hemos tenido dos. La eléctrica es la que usa de normal, para salir a la calle o ir a clase. Y la manual nos sirve cuando estamos en casa, por ejemplo para entrar en algunas estancias como el baño o para salir al patio interior. También la utilizamos si hay que hacer alguna salida cuando llueve porque la eléctrica no se puede mojar, o cuando en fin de semana nos vamos en coche a algún sitio», argumenta Felisa, que muestra la receta firmada por la médica encargada de su rehabilitación en la que se solicita la nueva, fechada en enero.

El problema de la actual es que se ha quedado pequeña por el estirón del chaval, que interviene para explicar los inconvenientes. «Necesito un respaldo más alto, además de que ya casi no quepo. Cuando estoy sentado un rato tengo dolores de espalda, resulta incómoda. Tampoco me caben bien los brazos; de hecho los reposabrazos se mueven constantemente, se han quedado sueltos por el uso», señala. La silla está en una esquina del salón, visiblemente baqueteada.

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Cuando la ortopedia a la que acude la familia procedió a validar la receta -se trata de material incluido en el catálogo de prestaciones a disposición de personas con discapacidad- el establecimiento se topó con la desestimación de la administración. Felisa lo vincula con que el pasado octubre ya solicitó la renovación de su otra silla, la eléctrica, que también se ha quedado anticuada. Y en este caso la petición ha sido estimada, aunque todavía no la han recibido, a la espera de los últimos ajustes relacionados con el mando de control.

«No entiendo por qué si siempre nos han facilitado dos ahora se nos deniega la manual», se lamenta la madre, que tras ser informada de la situación se personó en la sede de la conselleria para pedir una explicación. Tampoco han conseguido que la médica de referencia les valide una nueva receta, una vía que también intentaron tras la desestimación inicial.

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«Nos han dicho que sólo se están autorizando sillas manuales básicas (el modelo tradicional), pero Aitor necesita una adaptable para poder sujetarlo bien, con respaldo que llegue a la altura de los hombros y pueda desplazarse cómodamente», explica la madre.

Según señalan desde la Conselleria de Sanidad, el problema se ha debido a que el plazo de renovación habitual de una silla manual es de tres años, y en el caso de Aitor todavía no se ha consumido el periodo. En cualquier caso insisten en que es sí posible conseguirla con antelación siempre que la facultativa responsable, además de la receta, acredite esta necesidad, por ejemplo por el crecimiento del beneficiario. Algo de lo que no tiene constancia la administración. De ahí que insten a la familia a solicitarla de nuevo a través de la profesional para su posterior autorización, lo que ya permitirá a la ortopedia pedir un carro adaptado a sus necesidades. A la altura de Aitor.

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