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Vidas segadas por centenares, búsqueda angustiosa de desaparecidos, daños económicos devastadores y un largo catálogo de calamidades: el paisaje después de la riada golpea lo más profundo del ADN valenciano, porque conspira también contra la identidad de una tierra que se expresa también en su rico legado cultural y artístico. También su patrimonio monumental está en peligro, como alerta la entidad Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural, cuyo responsable, César Guardeño, ha lanzado un llamamiento para proteger ese tesoro: «Es necesario hacer una inspección y una valoración de los daños que pueda haber sufrido nuestro patrimonio cultural, con el fin de actuar inmediatamente y evitar su desaparición».
Guardeño relata cómo se movilizó su entidad luego de recibir imágenes de entidades como Círculo por la Defensa del Patrimonio y l'Associació Cultural L'Horta de Valéncia: una información que refleja el peligro que corre «un número indeterminado de bienes patrimoniales, presentes en las más de setenta poblaciones afectadas de la provincia de Valencia, que han quedado seriamente dañados, medio derrumbados y en ruina, tras el desbordamiento del barranco del Poyo y el del río Magro.
El Círculo cita expresamente en su llamamiento la amenaza que acecha a poblaciones de la ciudad de Valencia, como Forn d'Alcedo, Castellar-Oliveral, Pinedo, El Saler, El Palmar, El Perellonet, La Torre y Faitanar, donde teme que se hayan registrado «serios daños en su patrimonio». ¿De qué joyas hablamos? Guardeño recopila una larga relación de bienes: alquerías, barracas, casas, molinos y acequias, «así como en el patrimonio industrial, civil y religioso». Por ejemplo, «algunas fotografías muestran numerosos daños en algunas de las barracas presentes allí».
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Se trata de bienes incluidos en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de Naturaleza Rural (y también en el de naturaleza urbana) del Ayuntamiento de Valencia. En total, más de un centenar. Una preocupante cifra que Guardeño sospecha que pueda aumentar «si sumamos los catálogos de todas y de cada una de las poblaciones afectadas, así como los yacimientos arqueológicos». En su opinión, el Ayuntamiento de Valencia y la Conselleria de Cultura «deberían inspeccionar detalladamente todos estos bienes y llevar a cabo las medidas precautorias necesarias para estabilizar la integridad de estos bienes».
Con una particularidad: como el propio Círculo destaca, «una buena parte de estos bienes son las viviendas particulares de personas que, al igual que muchos de los municipios afectados por la DANA, han perdido sus casas». Un dramático contratiempo que reclama, como otras situaciones personales igual de urgentes, la intervención de la Administración: «Deberían establecer una serie de ayudas económicas directas e inmediatas para que así los propietarios de estos bienes puedas rehabilitarlos y recuperarlos». Y añade un ruego adicional «En estos momentos, es importante la colaboración de todos los ciudadanos».
De ahí que su asociación insista en pedir ayuda «para documentar y localizar todo el patrimonio cultural que se haya visto afectado por la DANA». «Necesitamos», señala, «fotografías, ubicaciones y todos los detalles necesarios para comprobar el estado en el que se encuentran estos bienes. Entre ellos, llama la atención los daños que presenta la llamada barraca del Llop y también otro valioso ejemplo de esa pintoresca tipología arquitectónica valenciana, la barraca denominada de la Cucala. Ubicada en la pedanía de Forn d'Alcedo, la vivienda, según la Universidad de Valencia, presentaba hasta fecha reciente un buen estado de conservación.
De acuerdo con un documento fechado en 2020, la barraca, de titularidad privada, es uno de tantos ejemplos de viviendas erigidas en un entorno semiurbano, que con el paso del tiempo ha acabado desplazada a la periferia de la pedanía. Su antigüedad se data hace casi doscientos años, aunque es una cifra aproximada: como ocurre con sus hermanas, la documentación exacta flaquea, habida cuenta lo improvisado de su construcción. El catálogo de la UV elogia su rica azulejería y hermosa carpintería, atributos compartidos con tantas otras barracas: las que siguen en pie, las que han sobrevivido. Y las que están en peligro.
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