Dirige la educación valenciana desde julio de 2015. Ha sido una etapa convulsa y no sólo por la pandemia. Su llegada a la conselleria supuso una revisión del sistema, de arriba abajo, no exenta de resistencias. Buena prueba fue la judicialización de muchas medidas. ... De los cambios aplicados y de los que vienen charla con LAS PROVINCIAS en el colegio Gaetà Huguet de Castellón, donde tiene su plaza definitiva como maestro de inglés.
-¿Qué retos afronta la educación valenciana a corto plazo?
-Muchos, pero tenemos una buena situación de partida gracias al trabajo ingente de la comunidad educativa. Cuando actuamos colectivamente somos capaces de afrontarlos. Algunos son inmensos, como la bajada de la natalidad, o cómo aproximarnos más a las necesidades de los sectores productivos para mejorar el trabajo, y al mismo tiempo, no perder de vista los valores de las personas. También está la digitalización, que ayude en la aplicación de nuevas metodologías.
-Destaque una decisión especialmente acertada y otra que se podría haber resuelto mejor.
-Se tiene que mejorar la adscripción de competencias del personal no docente que presta servicio en los centros. Hemos avanzado en coeducación y atención individualizada, pero poder gestionar nosotros la dotación de este personal nos ayudará a mejorar. Y han funcionado bien bastantes cosas. Hay un indicador claro: hemos reducido a la mitad el abandono escolar desde la época de la burbuja inmobiliaria. Es fruto de muchas medidas.
-¿Cómo afecta la caída de la natalidad? Llevan dos cursos en los que tienen que reducir provisionalmente aulas de centros públicos, y varios más aplicando ratios especialmente bajas que también evitan supresiones.
-Tienen que haber políticas activas de promoción de la familia y la natalidad. Hemos hecho que la escolarización con dos años sea gratuita a partir del próximo curso en cualquier centro. Esto mejora las condiciones para formar una familia. Por otro lado, en este contexto el profesorado está aumentando, aprovechando la menor natalidad para dar una atención más individual, no para cerrar colegios o suprimir unidades. Y se han bajado ratios. También se posibilita la codocencia, que profesionales de diferentes disciplinas se coordinen y entren al aula al mismo tiempo.
-¿Por qué no ha trascendido el estudio sobre la posible repercusión de la jornada continua escolar en el aprendizaje? Da sensación de opacidad.
-En ningún caso. El tipo de jornada es una cuestión social, no pedagógica, que debe ser escogida por el conjunto de la comunidad educativa. Si fuera pedagógica, si con una se obtuvieran mejores resultados, no habría debate, la fijaríamos. Pero no estamos en ese escenario. Hemos comprobado, en evaluaciones externas en nuestra comunidad y en otras, que los resultados no arrojan diferencias significativas.
-Pero sí hay estudios que alertan de efectos negativos: más exposición a pantallas y más deberes, sin olvidar los recelos de muchos pediatras por alterar los ritmos biológicos de los niños, por ejemplo al comer tan tarde.
-La regulación no dice que se deba aplicar una jornada u otra. De hecho hay un modelo que me gusta especialmente con un equilibrio interesante, que permite reducir el horario de salida adelantando la hora de comedor. La orden da variedad de opciones para garantizar aspectos de este tipo, más allá de lo pedagógico.
-Pero la realidad es que ningún centro ha cambiado a un modelo distinto al horario intensivo.
-Lo principal es que no haya una diferencia pedagógica y que los alumnos estén igual de bien atendidos. Es bueno que nos acostumbremos a ejercer la democracia en cuestiones en las que colectivamente debemos ponernos de acuerdo. Cuando hay unanimidad pedagógica la aplicamos. Cuando no, intentamos que se decida de forma participativa.
-¿Por qué las familias han podido decidir con una consulta el tipo de jornada y no la lengua mayoritaria de enseñanza, o al menos influir en la decisión?
-No es una cuestión únicamente social, sino pedagógica. Hay estudios unánimes sobre cómo tiene que ser el sistema para que los alumnos aprendan más lenguas y mejor. Aún así hay participación de las familias a través del consejo escolar. Antes no había, ni ninguna referencia a lo que las universidades valencianas e instituciones internacionales decían sobre la mejor manera de educar en lenguas. Es importantísimo poner en valor lo que se ha hecho. ¿Qué hemos ganado con la Ley de Plurilingüismo? Más inglés que nunca y con más recursos que nunca, para niños de todos los centros, no sólo de algunos. A pesar de todo el ruido político, ni el PP, ni el Gobierno entonces gobernado por el PP ni Ciudadanos la recurrieron. Tampoco lo ha hecho el TSJCV cuando se le ha pedido. Los mismos técnicos del ministerio dijeron que era impecable.
-También tenemos, globalmente, menos castellano que nunca.
-Hay centros que dan más horas de castellano de las que daban y otros menos en función de sus necesidades. La clave es que los niños saben más y mejor castellano, valenciano e inglés mediante un aprendizaje integrado de las lenguas. ¿Qué es lo importante, cuántas horas das en una lengua o si eres competente en esa lengua? El objetivo es ser competente, dominarla de la mejor manera posible. Hagámoslo en base a lo que dicen los expertos. Para mi no es importante cuántas horas se dan en cada lengua, sino cómo hacemos para que aprendan de verdad las tres. Después de tanto ruido partidista sólo hay dos centros de los más de 1.800 que han tenido alguna singularidad que hay que adaptar.
-¿Cuándo publicarán los decretos que desarrollan la Lomloe y concretan las asignaturas?
-El ministerio acaba de publicar la normativa básica. Paralelamente hemos trabajado con grupos de profesores de las materias y expertos universitarios. La adaptación será la que han desarrollado. En próximas semanas llegarán a las mesas de negociación. Hemos buscado un equilibrio entre lo que cada materia plantea. Si hiciéramos lo que cada especialidad pide los alumnos tendrían 50 horas lectivas a la semana porque todos los profesores quieren más horas para su asignatura, pero eso no puede ser.
-Siguen produciéndose retrasos en la asignación de educadores, claves para los alumnos con necesidades especiales. ¿Cuándo lo solucionarán?
-Hemos aumentado este recurso, aunque no es suficiente. Somos autoexigentes y hay que avanzar más. Estamos mejor pero se necesita mejorar. Sería muy importante poder gestionarlos directamente, aunque sea personal no docente. Ya lo hacemos con algunas sustituciones, o hemos constituido bolsas, y se ha visto que va más rápido. Pero necesitamos poder gestionarlo completamente. Se reduciría el tiempo, como ya sucede con los docentes. Pero al depender de otra conselleria no está completamente en nuestras manos.
-La concertada tiene, en líneas generales, el mismo peso que cuando llegó a la conselleria. Parafraseándole: ¿sigue habiendo barra libre de conciertos?
-No la hay, pero sí se da una diferencia importante. Con la inmensa mayoría de la concertada trabajamos muy bien. Hay 14.000 alumnos de Infantil y Primaria menos por la caída de la natalidad pero 630 profesores más. Se decía que íbamos a recortar pero hemos puesto la atención al alumnado en el centro. Los concertados con vocación de servicio público, que tratan en condiciones de igualdad al alumnado o que no lo escogen gracias a los cambios en la admisión, sino que escolarizan al del barrio y también al humilde, que son la inmensa mayoría, tienen más recursos. Y toda nuestra consideración y apoyo. Cuando dije que había barra libre me refería a aquellos con vocación de educación privada. Para eso ya está la educación privada. La gran mayoría de la concertada está mejor con nosotros.
-Pero sí impulsaron un recorte significativo en enseñanzas postobligatorias como el Bachillerato. Si no se consolidó fue porque la justicia lo anuló.
-El sector conoce nuestra postura y nosotros entendemos la suya. En ningún caso nos hemos cuestionado la etapa obligatoria. Si hay oferta suficiente para todos los alumnos que quieren estudiar Bachillerato no es necesario duplicarla con dinero público, que es sagrado. Las sentencias decían que era algo que no se podía regular desde las competencias autonómicas. Creo que se necesitan cambios a nivel estatal. Debería ser así por una cuestión de eficiencia de los recursos. No es una animadversión hacia un modelo. Cuando hay oferta suficiente no tenemos que seguir invirtiendo más dinero público. Por ejemplo, podríamos destinarlo a nuevos recursos para el resto de niveles de la concertada.
-¿Qué medidas prevén para la recuperación postpandémica?
-Hemos reforzado la atención emocional y psicológica con el nuevo modelo de orientación, con protocolos específicos o colaborando con los colegios de psicólogos. En cuanto al aprendizaje, hemos avanzado en refuerzos y desdobles con más profesorado, manteniendo el aumento extraordinario de la pandemia, o con la puesta en marcha del programa Proa+. En cuanto a digitalización, además de la dotación urgente de dispositivos estamos en proceso de disponer de 33.000 portátiles más, y vamos a digitalizar 26.000 aulas en los próximos años, además de fomentar la formación docente. Otro reto es la reactivación económica y social, y para eso está la FP. El aumento de plazas es enorme, un 27% más desde que llegamos, y basado en la formación que nos piden las empresas. La capacidad de la FP es brutal, tenemos ciclos con un 100% de empleabilidad. Es terminar de estudiar y trabajar.
-¿Usted cree, como la consellera Bravo, que el nivel del requisito lingüístico para la función pública debe ser el mismo que el adquirido tras el instituto?
-No creo que sea suficiente, no tenemos que dar pasos atrás. Los valencianoparlantes tenemos que tener los mismos derechos que el resto a la hora de relacionarnos con la administración.
-¿Mónica Oltra es el mejor cartel electoral para 2023?
-No se merece la situación que está pasando, es injusta. Hay un ataque hacia su persona porque no se pueden atacar sus políticas. No estamos en un escenario de elecciones. Pero creo que su trabajo con los más desfavorecidos ha sido muy bueno. Eso hay que ponerlo en valor.
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