«No tenemos reservas, la gente se está esperando a última hora por miedo a más restricciones, así que para el día 31 está todo en el aire», dice Carles, propietario de cuatro locales en Valencia, entre ellos el pub Whitehouse en la ciudad. El final del 2020 está siendo complicado para los locales de ocio y la hostelería. Con el toque de queda impuesto pierden una de las noches más esperadas de la campaña de Navidad, la última del año.
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«No habrá uvas, ni cotillón, ni adelantamos las campanadas por la tarde, no haremos nada especial, tan solo dar servicio de música y bebidas en mesas a quienes quieran pasar la última tarde del año en Havana», comenta Jorge responsable de esta discoteca de Cánovas. Como en este local, en la mayoría no se prepara nada especial para despedir el año. Algunos incluso se plantean si cerrar por las escasas reservas que hasta ahora reciben. «Otros años en estos días ya teníamos todo lleno, o casi todo reservado, la cosa está mal, ni siquiera llenamos el 30% del aforo», reconoce Jorge.
El ocio no será el único perjudicado, también la hostelería afronta una Nochevieja incierta. En el bar Vinisimo and beer, en Ruzafa cerrarán a las nueve este año, mientras en la Taberna de Ruzafa, lo harán una hora antes.
El propio presidente de la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia, Manuel Espinar aseguró ayer que el anuncio de las últimas restricciones en la Comunitat justo antes de la Navidad supuso un incremento de cancelaciones que en algunos casos no se ha podido ya suplir con nuevas reservas y en concreto, en Nochevieja, con el toque de queda a las doce de la noche a llevado a muchos restaurantes a optar por no dar ese servicio y directamente, cerrar.
El ambiente se traslada por la tarde y las terrazas se llenan ya desde las seis en zonas como Ruzafa o Cánovas. Las copas llenan las mesas y los grupos de más de seis se dividen en diferentes mesas incluso a veces intercambian asiento. «La gente prefiere la terraza pese al frío y vienen por la tarde, de ahí lo del tardeo, y hasta la hora de cierre; nosotros tenemos lleno siempre, dentro de lo permitido, pero al trabajar menos horas por el toque de queda las pérdidas son casi del 50%», explica, Ignacio de la cafetería Bureau, en Cirilo Amorós.
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Es por ello que las palabras del president de la Generalitat sobre el tardeo sorprenden al sector del ocio y la hostelería. Ximo Puig aseguró el lunes estar «muy preocupado por lo que se denomina tardeo». Los propietarios reaccionan casi incrédulos ante ello. No entienden por qué se vuelve a señalar al sector cuando la apertura y las normas las impone la propia administración.
«Si la mayoría del ocio está cerrado, tenemos pocos clientes y estamos cumpliendo lo que nos marcan, ¿por qué nos echan la culpa a nosotros otra vez?», dice Carles. Mientras Jorge, deja claro que en su caso abren «desde las cinco de la tarde y es el horario legal, que nos permite la propia autoridad. Son las horas que marca la ley y cumplimos lo que se nos dice».
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Muy preocupados también están en el sector y no por el tardeo, sino por los millones de euros en pérdidas y los cierres de locales en cadena. Preocupados es como se muestran en la hostelería por la «falta de sensibilidad»de las autoridades «por la falta de ayudas», y en concreto del president Puig, que lleva dos meses sin reunirse con el sector, tal, como recordó, Manuel Espinar, presidente de la Federación de Hostelería.
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Los hosteleros calculan que se van a perder 1.080 millones de euros en esta campaña, y que en líneas generales, valoran en una caída superior al 50% del volumen de negocio respecto a las navidades del 2019. En cuanto al sector del ocio, desde FOTUR confirman que las pérdidas son de 100 millones de euros, y solamente han abierto tras el cierre impuesto uno de cada tres locales mientras las grandes discotecas permanecen cerradas.
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Tanto Espinar como Víctor Pérez, presidente de FOTUR, se mostraron también sorprendidos por las palabras de Puig, ya que Pérez relató que en una reunión mantenida el martes de la semana pasada con el president, recibieron su felicitación: «Igual que nos cuestionan y nos miran a nosotros pues que miren a todos los ciudadanos desde que salen de casa, a dónde van. No quiero señalar a nadie, pero demos una vuelta por Valencia y sabremos lo que pasa, en esa reunión estaban también representantes de los centros comerciales y grandes superficies y le dieron la colleja a quien se la tuvieron que dar, a nosotros nos felicitaron».
La mayoría de los propietarios quieren trabajar por «recuperar algo de normalidad», reconoce Carles, aunque confiesa que apenas tienen clientela, «unas 20 personas por local». Las escasas ayudas y las continuas inspecciones policiales no se lo ponen fácil. «La más leve es de 600 euros y la más grave de 600.000, pero es que 600 casi no los gano en una noche, cómo me voy a arriesgar», argumenta. «No nos podemos jugar una licencia de un negocio por no cumplir las medidas para unas sesiones que además no dan dinero, no nos interesa», añade Jorge.
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Noemí y Víctor, propietarios de Delorean Lounge Ruzafa dicen que pese a que ha sido un año duro, quieren sacarle partido al último día y cobrarán una entrada para el consumo mínimo. «Abriremos a las cuatro y haremos el tardeo tan perjudicial que dicen que es, con 15 personas en el local», dice Noemí riendo y con ironía.
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